Mons. Ureña en la Vigilia del Centenario: «la sociedad necesita cristianos llenos del amor del Corazón de Jesús»

(AciPrensa/InfoCatólica) Hace 100 años, el 30 de junio de 1919, el Cerro de los Ángeles de Getafe se encontraba abarrotado de gente. Habían llegado católicos de todo el país en coche, trenes, carros y caballos para ver cómo el rey Alfonso XIII, pronunciaba la oración por la que consagraba al España al Sagrado Corazón de Jesús al pie del monumento que se levantó en su honor.

Un siglo después, más de 10.000 personas se congregarán de nuevo en el Cerro de los Ángeles para asistir al acto de renovación de la Consagración de España al Sagrado Corazón. A eso de las siete de la mañana se tiene previsto que comiencen a llegar los grupos organizados a la explanada. La Misa solemne comenzará a las 10:00 y será presidida por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro junto al obispo de la diócesis de Getafe, Ginés García Beltrán. Alrededor de las 11.30 horas tendrá lugar la renovación del Acto de Consagración.

Este será el acto central del Año Jubilar que comenzó en la Diócesis de Getafe el pasado 2 de diciembre y que se prolongará hasta el próximo 24 de noviembre. Aunque las diversas diócesis de España han organizado sus propios actos, el más multitudinario será el de hoy en el Cerro de los Ángeles.

La Vigilia de oración y adoración

Ayer sábado llegaron por la mañana los primeros grupos de peregrinos para participar en el Júbileo de los Jóvenes y asistir a la posterior Eucaristía.

Mons. Manuel Ureña, Obispo Emérito de la Arquidiócesis de Zaragoza, presidió la Misa junto a una veintena de sacerdotes. Durante la homilía, el Prelado aseguró que «la diócesis de Getafe, el Cerro de los Ángeles en el que nos encontramos, se llena de alegría al mirar 100 años atrás en aquel tiempo de gracia en el que España fue consagrada al Sagrado Corazón de Jesús».

Mons. Ureña explicó que desde siempre la humanidad ha buscado «el amor, porque somos seres humanos creados por Dios a imagen y semejanza y llamados a amar».

«El pan que nos sacia existe pero no lo podemos producir, sino que nos viene como un regalo de Dios. El agua que apaga nuestra sed, no la podemos encontrar nosotros, en una palabra, la pasión por la verdad y la vida tampoco nosotros tenemos la clave de ello, pero lo recibimos de Dios porque Dios se ha apiadado de nosotros», aseguró.

Por eso, el Obispo recordó que «hoy celebramos al Sagrado Corazón de Jesús. Dios ha querido calmar nuestra sed y saciar nuestra hambre, dándonos el agua de la vida, la Verdad, el pan que calma nuestra hambre y el agua que calma nuestra sed en su hijo Jesús, encarnado, hecho hombre, semejante a nosotros, excepto en el pecado. En Él nos lo ha dado todo».

También subrayó que «el amor de Dios se ha concentrado en el corazón de Cristo» y al abrirse el corazón de Cristo «hemos encontrado el amor de Dios, el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo concentrado y significados en la sangre de Cristo».

Por eso animó a no regirnos por los deseos de nuestro corazón porque «es finito, contingente, y además está bajo la acción del pecado» y «necesita ser regenerado, cambiado».

Mons. Ureña explicó que es el corazón de Jesús donde se encuentra «la medicina necesaria para regenerar y cambiar totalmente nuestro corazón, hasta el punto de convertirlo en un vergel».

«Queremos cambiar nuestro corazón, queremos ser buenos, eso no nos falta. Queremos que se obre la transformación de la humanidad, que los tesoros del corazón de Cristo pueblen el interior de nuestros corazones a fin de que cambien nuestra sociedad», aseguró.

Pero alertó del riesgo de tener «la pretensión de cambiar por nuestras propias fuerzas nuestro corazón». Sino que este cambio sólo será posible si «rasgamos las entrañas de nuestro corazón y el agua que emana del costado sangrante de Cristo y penetra en nuestro interior y riega nuestras entrañas». Por eso animó a abrir nuestro corazón «y nos dejemos llenar por los tesoros que esconde el corazón de Cristo».

«Consagremos nuestro corazón al corazón de Cristo y prometámosle que queremos que se limpie nuestro corazón y digámosle a Cristo que venga a nosotros y cambie nuestro corazón», afirmó el Prelado.

También pidió «que el Señor, por la acción del Espíritu Santo cambie nuestro ser social, toda nuestra vida fin de que nosotros, con un corazón nuevo y poblándose el corazón con el amor del corazón de Cristo, podamos salir al encuentro de nuestros hermanos y practicar la caridad y el amor con ellos».

«El mundo nos necesita, la sociedad necesita a los cristianos, pero a los cristianos santos, buenos, cambiados, llenos su corazón de la savia de la vida del Corazón del Señor, del vino maravilloso, de aquello que se esconde y late en el corazón de Cristo. Abramos nuestro corazón y dejemos que nuestro corazón sea invadido por el amor del Señor», aseguró.

Al término de la Misa, Mons. Ureña recordó que se celebra también la festividad de San Pedro y San Pablo y pidió rezar por el Papa Francisco.

Mons. Ureña dejó el Santísimo Sacramento expuesto en el altar de la explanada del Cerro de los Ángeles para su adoración. Se realizaron turnos hasta las 4 de la madrugada, organizados de manera especial por la Adoración Nocturna.

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