Hace una semana compartía la actuación del Arzobispo de Indianápolis, Mons. Charles Thompson, en favor de que la educación católica de su diócesis siguiese siendo católica. Un deber como pastor. Sabe que se juega el alma.
Exigió al colegio de secundaria Brebeuf, de la Compañía de Jesus, después de un largo periodo de diálogo, que no renovase a un maestro que había contraído «matrimonio» con otra persona del mismo sexo, un hecho público y publicitado por el mismo colegio. En el comunicado de la diócesis decía que:
«Todos los que ministran en instituciones educativas católicas llevan a cabo un ministerio importante para comunicar la plenitud de la enseñanza católica a los estudiantes, tanto por medio de la palabra como por la acción, dentro y fuera del aula.
En la Arquidiócesis de Indianápolis, todas las escuelas católicas diocesanas y escuelas católicas privadas han recibido instrucciones para establecer claramente en los contratos y descripciones de funciones ministeriales que todos los ministros deben transmitir y apoyar todas las enseñanzas de la Iglesia Católica».
El colegio jesuita, seguirá siendo jesuita según dice la dirección del centro y de la provincia, pero ya no una institución católica.
Dos días después, otra institución educativa de la archidiócesis, el colegio «Cathedral High School», se ha encontrado en las misma tesitura: o todos los maestros eran aptos o la diócesis no podía engañar a los padres diciendo que eso era un colegio católico.
Así que, el centro ha declarado en una nota a la «familia» educativa que tras «22 meses de serios debates y amplio diálogo» han tomado la «decisión agonizante» de seguir siendo una institución católica y prescindir del profesor que pública y notoriamente vivía en contradicción con las enseñanzas de la Iglesia.«Es responsabilidad del Arzobispo Thompson supervisar la fe y la moral en relación con la identidad católica dentro de la Arquidiócesis de Indianápolis.
El Arzobispo Thompson dejó en claro que continuar empleando a un maestro que contrajo matrimonio público entre personas del mismo sexo resultaría en la pérdida de nuestra identidad católica debido a que el individuo vive en contradicción con la enseñanza católica sobre el matrimonio»
La situación canónica del colegio es distinta a la de los jesuitas, pues está encomendada a los Hermanos de la Santa Cruz pero era propiedad de la diócesis. En el comunicado señalan que por eso no han podido actuar como los jesuitas.
Bueno por eso y porque:
- Cathedral «perdería la capacidad de celebrar los Sacramentos como lo hemos hecho en los últimos 100 años con nuestros estudiantes y la comunidad, una celebración esencial para la Catedral».
- Cathedral ya no podía referirse a sí misma como una escuela católica.
- Sus sacerdotes diocesanos ya no podían formar parte de su junta directiva.
- Perdería su afiliación con los Hermanos de Santa Cruz.
- Y, desde luego, perdería su estatus de organización sin fines de lucro independiente y, por lo tanto, no podría operar como una escuela sin fines de lucro.
Como dice la conversa Leah Libresco, en un sensato intercambio de tuits con el progay James Martin, SJ
Teachers are fired for things that are not serious sins at all (e.g. persistent tardiness) if they interfere with their ability to teach. And persisting in a publicly known sin and denying it is sin does interfere with teaching.
— Leah Libresco (@LeahLibresco) 21 de junio de 2019
Los maestros son despedidos por cosas que no son pecados graves en absoluto (por ejemplo, llegar tarde habitualmente) si interfieren con su capacidad de enseñar. Y persistir en un pecado conocido públicamente y negar que es pecado interfiere con la enseñanza.
Dios nos bendiga con pastores como Mons. Thomson. Y si rezamos por ello, mejor, como podéis suponer en vísperas de salir en cueros a las calles, le está cayendo la del pulpo en los medios.
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