(Cope) Entrevista al cardenal Parolin en el programa El Espejo por José Luis Restán:
Usted es un diplomático de carrera pero es también un pastor como hemos podido ver y sentir en algunos viajes. Usted estuvo en Ucrania, ha estado en Irak, en Camerún. ¿Cómo concibe usted su labor como secretario de Estado y cómo quedará plasmada esta tarea cuando finalice la reforma de la Curia que prepara el Papa?
Yo considero que mi vocación fundamental es la sacerdotal. Me siento llamado, sigo sintiéndome llamado a ser un sacerdote, un ministro del Señor que trabaja en la Iglesia en favor de las almas. Es el horizonte fundamental pero, como saben, hay maneras diferentes de ejercer el sacerdocio. Imagine los párrocos pero están también los sacerdotes que trabajan en las universidades, en los seminarios, en los tribunales eclesiásticos. En muchas otras tareas que forman parte de la misión de la Iglesia y una de estas tareas también es la diplomacia eclesiástica, que la Iglesia considera hoy todavía como una manera de ejercer su misión por eso yo no encontré nunca contradicción entre ser sacerdote y diplomático. Entré sin quererlo, me ofrecieron esta posibilidad de ponerme al servicio del Papa. Mi obispo aceptó hace 40 años. Experimenté que ser diplomático de la Santa Sede es una forma de ejercer el propio sacerdocio. Sobre todo porque hoy en día, después del Concilio Vaticano II, la tarea de los nuncios es una tarea pastoral entonces es de estrechar los lazos entre la Santa Sede y las iglesias locales. Estamos al servicio de la comunión y también la defensa, la promoción de la libertad de la Iglesia, de la libertad religiosa. Además de la tarea de la paz en el mundo. Imagine usted cuánto trabaja la Iglesia por la paz. Es mi manera de considerar la diplomacia. Quedará plasmada después de la publicación de la constitución apostólica sobre la Curia Romana que por ahora se titula pero pienso que seguirá siendo este título Predicate Evangelium, quedará plasmada más o menos. Entonces el secretario de Estado seguirá coordinando la secretaría de Estado que es el organismo que ayuda más de cerca al Santo Padre en el gobierno de la Iglesia, en sus tres secciones, los asuntos generales, entonces todo lo que el Papa le encomienda. Después la dimensión diplomática y política y después se ha añadido por voluntad de Francisco la tercera sección sobre personal diplomático. Seguirá coordinando estas tres secciones y trabajando sobre todo, imagino, en la diplomacia eclesiástica.
Por trayectoria y seguramente por temperamento o al menos así me parece usted es muy diferente al Papa Francisco pero está muy cerca de él. ¿Cómo es trabajar a su lado? ¿Qué destaca de su forma de ejercer el Pontificado que en el ámbito europeo a veces causa sorpresa?
Sí, me acuerdo han pasado ya ocho años pasa el tiempo... cuando el Papa me preguntó si aceptaba ser su secretario de Estado. Me causó una gran sorpresa porque yo estaba bien en Venezuela, a pesar de todo el problema político. Me dijó ¿Quiere usted ayudarme en el servicio que me han encomendado? Fue dos meses después de su elección. En junio cuando nos hablamos. Y le dije: Santo Padre si usted piensa que yo puedo con mucho gusto me pongo a su servicio y al servicio de la Iglesia. Usted dice bien, somos muy diferentes. Esto es una ventaja. Y en la realización de lo que el Santo Padre sigue diciendo siempre. Se trata de hacer de nuestras diferencias una riqueza para el mundo. Que no se vuelva un conflicto sino colaboración y cada uno desde su punto de vista, desde su estilo, su sensibilidad, su preparación, desde su cultura, desde su espiritualidad también puede colaborar con el otro. Imagine usted lo que significa colaborar con el Santo Padre Francisco al servicio de la Iglesia. Es un poco el espíritu con el que vivo este servicio. Por lo que se refiere al Papa hay unas características, mucho se ha hablado de él pero lo que me impacta primero es la gran sencillez que manifiesta. Cuando uno se acerca a él se da cuenta de que es un hombre sencillo sin protocolo. El contacto es inmediato. Cuida mucho la relación y la cercanía con la gente. Busca encontrar la gente. Es otra característica de su manera de trabajar. Y tercero y también me impacta mucho es este deseo suyo de ayudar a hacer la Iglesia más creible en el anuncio del Evangelio. Y también la consideración de los asuntos que se tienen que tratar pasan a través de estas características.
El Papa viene insistiendo mucho en que no se pueden entender la Iglesia como una especie de asamblea democrática con mayorías y minorías, con su ala izquierda y su ala derecha, sino como una comunición que genera el Espíritu Santo. Quizás esta insistencia es por preocupación, porque rebrotan algunas consideraciones que creíamos superadas. Aquello de conservadores, progresistas, etc. ¿Cómo ve usted ese problema?
No, yo creo que el análisis que ha hecho usted es correcto. Lo comparto. Creo que cualquier persona que ve la situación hoy de la Iglesia tiene que preocuparse de estas cosas porque están ahí. Y diría yo, me permito decir, hace mucho daño a la Iglesia porque antes hablaba de comunión y unidad. Cristo rezó por la Unidad de la Iglesia. Hay motivos para la preocupación. Pensaba yo que probablemente el problema nace de que el Papa hace mucho hincapié en la reforma de la Iglesia y hay mucha confusión sobre este tema porque la reforma de la Iglesia tiene que considerar los diferentes aspectos y no hay mucha claridad sobre estos aspectos. Hay un nivel que no se puede cambiar, la estructura de la Iglesia, es el depósito de la fe, los sacramentos, el ministerio apostólico, estos son los elementos estructurales pero hay toda una vida de la Iglesia que puede ser renovada. El Concilio mismo lo dice. Esto ¿qué significa? En su vida porque está hecha por hombres pecadores necesita renovarse continuamente. A veces estas divisiones y estas contraposiciones nacen de la confusión de estos niveles. Uno no logra distinguir entre lo esencial que no puede cambiar y lo que no es esencial que tiene que ser reformado, tiene que cambiar según el espíritu del Evangelio. Reflexionando creo que ahí está la raíz del problema.
No voy a preguntarle por los acuerdos con China en los que ha estado directamente comprometido. Usted lo ha explicado muchas veces y me parece que muy bien pero sí por la realidad de la Iglesia en China, por lo que debemos aprender de esa experiencia de esas comunidades y también ¿qué es lo que se juega la Iglesia en ese país tan grande y complejo en el futuro?
Bien, primero me da mucho gusto que me haga una pregunta sobre el futuro de la Iglesia en China porque creo que es la perspectiva desde la cual debemos considerar este tema. Ciertamente la Iglesia en China es una parte fundamental de la Iglesia Católica y todo lo que se ha intentado y se intenta hacer es para asegurar a esta comunidad que aún es pequeña pero que tienen una gran fuerza y vitalidad. Todo lo que se está haciendo es para asegurar una vida normal en la Iglesia en China. Espacios de libertad religiosa, de comunión porque no se puede vivir en la iglesia católica sin la comunión con el sucesor de Pedro, con el Papa. Entonces miramos a la Iglesia en China con un gran respeto, también por su historia, el futuro se fundamenta en la historia, una historia de mucho sufrimiento. Creo que este tiene que ser el punto de vista, el gran respeto que tenemos. Al mismo tiempo con mucha esperanza, los pasos que se han dado aún cuando no han resulto todos los problemas que todavía ahí y que probablemente necesitarán mucho tiempo sean en el rumbo correcto hacia una conciliación en el interior de la Iglesia por este problema de distinciones, es demasiado decir de separaciones, de distinciones. Un papel evangélico dentro de la sociedad china con todas sus riquezas y sus problemas. Diría que es una mirada positiva. Mucha expectación por lo que la Iglesia en China puede dar a la Iglesia Católica.
Usted ha visitado Irak. Lo hizo en nombre del Santo Padre y luego le ha acompañado en este reciente histórico viaje así que conoce de primera mano la realidad de aquel país. ¿Qué mensaje nos llega después de este viaje del Papa de lo que ha sucedido y de lo que puede suceder también en Irak?
Usted recuerda un viaje que para mi fue muy emotivo. Se trataba además de la Navidad y esto acrecentó la emoción de aquellos días de encontrarme con una iglesia que está sufriendo mucho porque los cristianos, desgraciadamente, han sido perseguidos por todos los conflictos y todas las fuerzas que quieren desarraigar la fe cristiana en aquel país. Muchos siguen saliendo del país a pesar de que ya no hay conflicto abierto porque el ISIS ha sido derrotado pero hay este clima de desconfianza e incertidumbre que no permite a los cristianos ver un futuro en el país. Pero lo que nos han enseñado es el testimonio de la fe que llega hasta el martirio. Es la gran lección que podemos sacar de los cristianos iraquíes. Estuve en la catedral. El Papa también estuvo durante su viaje donde hubo un atentado con 47 muertos pero esto no amedrentado a los cristianos que siguen profesando con mucho valor su fe católica. Esto es una gran enseñanza. Creo que es una llamada, espero que el viaje del Papa que tuvo diferentes matices también con el diálogo interreligioso pero también una llamada a la solidaridad. A veces me parece que como cristianos de Europa, de Occidente, somos demasiado fríos hacia nuestros hermanos. Quisiera que hubiera más solidaridad, más cercanía, más maneras de manifestar nuestro apoyo y ayudar a seguir adelante. Ellos nos enseñan esta capacidad de ser fiel a pesar de todas las dificultades pero al mismo tiempo nos piden mayor solidaridad.
Y hablando de la vieja Europa no quiero que dejemos eso...vemos que surgen nuevas legislaciones sobre temas éticos que se alejan cada vez más de la raíz cristriana. Aquí, en España, acabamos de tener la ley de la eutanasia. Hay una generación que ha crecido ya en la ignorancia total de la fe y algunos hablan de la necesidad de liderar una batalla cultural, otros insisten en el testimonio de la caridad, no son cosas que se contradigan evidentemente pero...¿Cuál es a su juicio el acento principal de la misión en Europa que se ha tornado tan difícil en este momento?
Ese es un gran problema. Yo siento mucho la pérdida de la fe en nuestra Europa, en nuestra cultura, en nuestros países y estos cambios antropológicos que se están dando perdiendo la identidad de la persona humana antes que una pérdida de fe yo diría que es una pérdida de razón. ¿Por qué? Lo dice muchas veces el Papa. Me impacto mucho. Dice por ejemplo: la cuestión del aborto no es una cuestión religiosa. Lo es ciertamente también para nosotros cristianos desde el principio, desde los primeros documentos de la Iglesia hay un rechazo total del aborto pero es un argumento de razón. Probablemente hoy, ya lo decía Benedicto XVI, el problema fundamental es la razón, no es la fe. Por lo que se refiere a la fe creo que es el testimonio. Por supuesto es un testimonio, como decirlo, global, entonces tenemos que testimoniar nuestra fe, tenemos que testimoniar nuestra esperanza, tenemos que testimoniar nuestra caridad. Pero la línea es ésta. Hoy en día no se puede imponer nada sino que ofrecer a partir de un testimonio coherente y convencido de vida cristiana. A veces no sé si hago bien o mal pero me parece que se puede comparar la situación que estamos viviendo con los primeros siglos de la Iglesia cuando llegaron los apóstoles y los primeros discípulos en una sociedad que no tenía valores cristianos pero a través del testimonio de las primeras comunidades lograron cambiar la mentalidad e introducir los valores del Evangelio en la sociedad de entonces. Creo que este es el camino que tenemos que hacer hoy todavía.
Señor cardenal ha sido un placer y estaríamos mucho tiempo pero la radio tiene también sus tiempos y nos impone terminar. Le agradezco muchísimo que haya compartido con nosotros este rato y tocar tantos asuntos importantes para la vida y el corazón de la Iglesia. Desde España un abrazo fortísimo y gracias. Pedimos por usted.
Gracias, muchas gracias por esta posibilidad y le agradezco también la oración. Tenemos que decir que hoy más que nunca necesitamos oraciones, una campaña de oración, de unirnos todos en la oración para que el Señor nos ayude a ser fieles a nuestra misión, cada uno en su lugar, pero a ser fieles en la misión de testimoniar el Evangelio y también nuestra pertenencia a la Iglesia en el mundo de hoy. La Pascua nos da también este sentimiento de esperanza y de optimismo porque sabemos que la última palabra es la palabra de Jesús resucitado. Muchísimas gracias, que Dios les bendiga, que sigan trabajando como están haciendo y que logren cada vez más resultados buenos para la gloria de Dios y el bien de las almas.
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