Carta del Cardenal Penitenciario Mayor de la Santa Sede
En el domingo «Gaudete», especialmente dedicado a la alegría de la espera de Jesús en el tiempo de Adviento, el Penitenciario Mayor de la Santa Sede, Cardenal Mauro Piacenza, envió una carta a los sacerdotes confesores, animando su entrega apostólica al sacramento de la Penitencia y destacando el extraordinario valor espiritual de este ministerio en el tiempo de preparación para el nacimiento de Jesucristo.
18/12/14 10:49 AM | Imprimir | Enviar
(ACI/Gaudium Press/InfoCatólica) «Iluminados por la luz de la Inmaculada Virgen María, mística Aurora de la redención», introduce el Card. Piacenza su carta, afirmando que desde ya agradece a Dios «tantos dones con los que el Señor querrá adornar el ánimo de los sacerdotes» en el tiempo de Navidad y «las gracias de conversión y de perdón que nos concederá contemplar a través del preciosísimo ministerio de la reconciliación».
Dar a luz a Cristo como la Santísima Virgen
El purpurado recuerda a los confesores el carácter de espera del Adviento, que es no sólo de los hombres, sino también de «una particular 'espera' de parte de Dios respecto de los hombres que Él ama». El Penitenciario Mayor afirmó que Dios se abaja en busca del hombre e incluso implora su acogida, atrayendo a los hombres a la conversión también a través del rostro tierno de su nacimiento en el pesebre.
Los sacerdotes, en particular quienes administran el sacramento de la Penitencia, participan de modo muy especial de este misterio, lo cual el Cardenal describió bellamente: «Como María Santísima lo alumbró en la gruta de Belén, nosotros lo alumbramos en el corazón de los penitentes reconciliados y sobre el altar para su sustento y su compañía».
El purpurado invitó a los sacerdotes a conservar esta visión sobrenatural de lo que acontece en el sacramento en el que se produce el hecho extraordinario de la conversión. «Cuando la libertad de una persona se 'mueve', nos encontramos siempre frente a un milagro al cual Dios mismo asiste», describió. «Esta mirada sobrenatural que permite ver los verdaderos protagonistas del humano discurrir - Dios que va a la búsqueda del hombre y el hombre que se deja encontrar por su Creador y Redentor - constituye también la fuente de toda auténtica caridad pastoral».
La apreciación de este misterio anima entonces el impulso de los confesores y el Corazón mismo de Jesús, herido de amor a los hombres, «arde en deseos de comunicar a cada pastor la gracia de una mirada renovada y del ardor de aquella caridad, que viene derramada en nuestros pobres corazones a través de la oración, que nos renueva en la misericordia y, finalmente, nos 'sumerge' en la Eucaristía».
El Card. Piacenza invitó finalmente a la debida preparación de la Navidad para que «la sonrisa del Niño Jesús se irradie transformante» en las almas de confesores y penitentes. «¡Gracias por todo aquello que hacéis como generosos canales del agua de la divina misericordia!». El purpurado confió a la Santísima Virgen a los sacerdotes para que les obtenga «las gracias más necesarias a cada uno de nosotros y marque una verdadero y duradero 'renacimiento' espiritual para todos los miembros del Cuerpo eclesial».
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