P. Diego Cano, el 10.12.14 a las 3:19 AM
Shinyanga, Tanzania, 3 de diciembre de 2014
Fiesta de San Francisco Javier.
Celebramos hoy a uno de los patronos de las misiones, San Francisco Javier, modelo para los misioneros, ejemplo de fervor y vida entregada a la predicación del evangelio a los gentiles. Su mayor ideal era expandir el Reino de Cristo entre los paganos, dar a conocer Su nombre donde era desconocido… salvar almas.
En el oficio de lectura de hoy leemos un fragmento de una de sus cartas:“…si hubiese quien los enseñase en la santa fe, tengo por muy cierto que serían buenos cristianos.Muchos cristianos se dejan de hacer, en estas partes, por no haber personas que en tan pías y santas cosas se ocupen. Muchas veces me mueven pensamientos de ir a los estudios de esas partes, dando voces, como hombre que tiene perdido el juicio, y principalmente a la universidad de París, diciendo en Sorbona a los que tienen más letras que voluntad, para disponerse a fructificar con ellas: «¡Cuántas ánimas dejan de ir a la gloria y van al infierno por la negligencia de ellos!»”. Pienso que se podrían aplicar estas palabras a nuestra misión, sin atenuación ninguna.
Y por esto quería escribirles hoy para contarles algunos de los últimos sucesos en nuestra misión, ya que estamos embarcados en esta misma empresa, por gracia de Dios.
En primer lugar les hablo de los voluntarios, que han pasado y están pasando por Ushetu, así los conocen, pero a la vez porque son parte de lo que voy a contarles. Algo les había dicho sobre Francisco Borrell, un joven de 19 años, oriundo de Barcelona. Estuvo con nosotros un mes y medio, y para mi fue una gran compañía en ese tiempo, además de los trabajos que hizo en la casa, y todo el tiempo que compartió con los chicos. El día que él se fue de la misión, llegó un nuevo voluntario, el Dr. Rafael Vargas, de Ibiza, España. El Dr. Rafael tiene 63 años, y vino por pocos días, unas dos semanas nomás, pero su intención era sobre todo conocer, para pensar en futuras actividades y ayudas. Con él puedo decir que hemos charlado mucho, y me puse al día con las sobremesas que estaba adeudando. Hoy fui a dejarlo al aeropuerto de Mwanza para que comience su largo retorno. Finalmente les cuento que todavía está con nosotros una doctora muy joven, Gisela Garaycoechea, de La Pampa, Argentina. Ella vino por un tiempo más largo, un poco más de dos meses, y la semana próxima también se estaría despidiendo de nosotros. Ha ayudado mucho a las hermanas en el trabajo del dispensario, además de acompañarlas en todo tiempo, y ayudar en todos los trabajos y apostolados posibles.
Fiesta de Cristo Rey en Makondeko
Con el Dr. Rafael y Gisela, pudimos ir a visitar algunas aldeas para que conozcan un poco la vida de esos lugares, las distancias, la gente. Un domingo fuimos a la aldea de Makondeko, distante un poco mas de una hora de viaje, en dirección al sur. Allí tenían la fiesta de Cristo Rey, que celebraban todas las aldeas pertenecientes a uno de los centros, que se llama Mwendakulima (este centro abarca seis aldeas más: Makondeko, Sereli, Miluli, Bulela, Nyaza, Itumbo). Por eso me pidieron que fuera, así podían tener la misa, ya que se juntaban muchos y de lugares distantes. Habían preparado todo en una especie de depósito de algodón que habían pedido prestado, pero la edificación estaba muy lejos de ser segura… las paredes estaban todas inclinadas, y algunas partes faltaban. Parecía que si se apoyaban en las paredes, se caían… creo que fue un motivo de distracción para más de uno, sobre todo para Gisela y Rafael, que en un momento los vi mirando las formas ondulantes de los muros, digna obra de un Gaudí. En esa aldea tuvimos un hermoso recibimiento de los niños y de la gente… Gisela y Rafael estaban admiradísimos, y temo no equivocarme si digo que un poco emocionados. En la misa bauticé algunos niños, luego bendije las semillas que van a sembrar en este tiempo, y finalmente pidieron una bendición de los enfermos. Habían venido muchos catequistas, hasta algunos que habían sido catequistas y ahora querían regresar… y es una buena noticia, pero hay que tratar de prepararlos bien, ya que uno de ellos había dejado de ser catequista y se fue a una iglesia protestante, con el imaginable escándalo para los pobres fieles. Luego de la misa y del almuerzo (a las cuatro de la tarde, como suele ser en estas ocasiones), fuimos a ver la capillita, que está muy cerca. Tuvimos que atravesar caminando el mercado, que en pleno domingo estaba funcionando, ante la mirada sorprendida de los que veían tres “wazungu” en su aldea. Al llegar al lugar, vimos que estaban en construcción los cimientos de la nueva capilla, pero la anterior ya estaba totalmente derrumbada. Pensar que el año pasado yo había celebrado misa en esa capilla, y ya después de un año sólo quedaban algunas paredes a media altura, y ladrillos de barro gastados por la lluvia… y esa había sido mi última misa en la aldea, hace mas de un año.
Uno de los comentarios de los catequistas era que en Makondeko ese día todos los paganos estaban sorprendidos de ver tanto movimiento de gente, de desconocidos que venían de otras aldeas, de que había música y coro, de la visita de los blancos… etc. Toda una revolución en el lugar. Tal vez, mas de uno se acercó para ver qué pasaba, y es un motivo de que algo escuchen o se pregunten.
(Continuará…)
¡Firmes en la brecha!
P. Diego.
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