(Zenit) «No se hacen ilusiones de que la liberación de los territorios ocupados se consiga rápidamente. Mientras tanto, nosotros como Iglesia intentamos hacerles posible que se queden en Irak. Cuando las personas se dan cuenta de cómo se esfuerza por ellos la Iglesia se lo piensan dos veces antes de irse». Durante el verano del pasado año, más de 125 mil cristianos huyeron a los territorios autonómicos kurdos de Irak tras el avance relámpago de Daesh en Mosul y la llanura de Nínive. La mayoría de ellos sigue viviendo allí en condición de refugiados.
Mons. Warda ha constatado que actualmente hay una fuerte emigración de cristianos de Irak. «El pasado año registramos en nuestra archidiócesis a 13.500 familias cristianas de refugiados; ahora ya solo son unas 10.000. Por tanto, más de 3.000 familias han abandonado Irak». También entre los cristianos iraquíes se ha corrido la voz sobre la avalancha de refugiados a Europa, procedentes de Oriente Próximo. «Apreciamos con mucha fuerza lo que está sucediendo en Europa. La gente se da cuenta, naturalmente, de ello y piensan que ahora están abiertas todas las puertas hacia Europa». Hasta ahora –ha indicado el arzobispo– no se puede comprobar, sin embargo, una aceleración de la emigración de Irak debida a los acontecimientos que están sucediendo en Europa. «Pero, por supuesto, eso no nos facilita nuestra labor de convencerles para que se queden».
Según Mons. Warda, a la Iglesia lo que le importa es proporcionar ayuda humanitaria y pastoral. «Gracias a nuestros socios, la situación humanitaria ya se ha estabilizado. Nadie tiene que vivir ya en carpas como hace un año. La mayoría vive ahora en caravanas o en viviendas que hemos alquilado. Además, con el apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada hemos podido abrir ocho escuelas, de modo que hoy en día prácticamente no quedan niños sin escolarizar. El pasado año, la situación era, por supuesto, muy diferente. Ahora disponemos de una atención con alimentos bien organizada: a cada familia le proporcionamos un paquete mensual». Ahora bien, si dejara de producirse ayuda del extranjero, esto tendría como consecuencia que más cristianos abandonarían el país, ha comentado el arzobispo.
Además de la ayuda humanitaria es decisivo el acompañamiento pastoral, ha subrayado Mons. Warda. «Recientemente celebramos una fiesta de la fe, en la que participaron 1.200 personas. Los testimonios de la gente me emocionaron profundamente. Muchos jóvenes hablaron de la oscuridad por la que han tenido que pasar. Al huir no solo perdieron su casa, sino también la esperanza, la alegría, la confianza y sus sueños. Pero han visto que la Iglesia está con ellos, que sacerdotes y religiosas estaban a su lado, con lo que cobraron nuevos ánimos. Su fe volvió. Quizá no tengan ya casa, pero al menos tienen una fe viva».
Sin embargo, el prelado católico caldeo de Erbil espera que las cifras de cristianos en Irak seguirán disminuyendo: «La situación es muy grave. Nosotros, como Iglesia, hacemos lo que podemos. Pero, a largo plazo, para mí es decisivo que los que se quedan tengan una misión. Los cristianos de Irak formamos parte de este país. Nuestra tarea es tender puentes, vivir los valores cristianos. Mi sueño es rezar el Padrenuestro también con no cristianos. Esto es posible, sin problemas. Pero lo decisivo es vivirlo: el mensaje del Padrenuestro es que el amor de Dios se dirige a todos los hombres».
AIN apoya a los cristianos de Irak desde hace años. Al comenzar la crisis de los refugiados cristianos, aumentó considerablemente su compromiso; por ello, en 2014 y en el año en curso se han destinado más de 11 millones de euros para proyectos. Con estos se han podido alquilar viviendas, se han construido escuelas y se han puesto a disposición alimentos.
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