(L´Espresso/InfoCatólica) Traducción íntegra, desde el idioma chino, de la intervención publicada el 5 de febrero en el blog del cardenal José Zen Zekiun, obispo emérito di Hong Kong. Texto de la traducción en español publicado en el blog Settimo Cielo de Sandro Magister
Cuatro Palabras
por José Zen Zekiun
Algunas personas que me quieren bien me han aconsejado rezar más y no hablar demasiado. Ciertamente que es justo rezar más, porque el Señor es nuestra esperanza y confiamos en la intercesión de la Virgen, Madre de Dios.
Me han aconsejado muy probablemente con el temor que, si hablo demasiado, seré atacado más fácilmente. Pero no tengo miedo, siempre y cuando mis palabras sean justas y útiles. Con la edad que tengo, no me importa ganar o perder.
Quiero hablar, también porque tengo la impresión de que dentro de poco tiempo no podré hablar más. Por eso pido vuestro perdón.
1. En la lectura de la Misa de este domingo [pasado], Job debe soportar la larga noche del sufrimiento, en la que lamenta no ver más la felicidad con sus ojos. Pero el salmo 146 nos invita a alabar al Señor que sana los corazones abatidos. En los días pasados, los hermanos y las hermanas que viven en el continente chino han sabido que el Vaticano está próximo a rendirse ante el partido comunista chino, por eso están incómodos. Visto que los obispos ilegítimos y excomulgados serán legitimados, mientras que los legítimos serán obligados a retirarse, es lógico que los obispos legítimos y clandestinos estén preocupados por su destino. Cuántas noches de sufrimiento soportarán los sacerdotes al pensar que deberán arrodillarse y obedecer a esos obispos que ahora son legitimados y excomulgados, pero mañana serán legitimados por la Santa Sede, apoyados por el gobierno. Mucho más que un desastre ya ha comenzado hoy, sin esperar la llegada del mañana: desde el 1 de febrero han entrado en vigor las nuevas regulaciones gubernamentales sobre la actividad religiosa. ¡Los sacerdotes clandestinos de Shanghái han pedido a los fieles que no vayan más a sus Misas, porque de otro modo el que se obstine en hacerlo será arrestado! Pero no tengan miedo, porque el Señor sana los corazones abatidos.
2. El secretario de Estado de la Santa Sede ha dicho que «conocemos los sufrimientos sufridos ayer y hoy por los hermanos y las hermanas chinas». ¿Pero este hombre de poca fe entiende qué es un verdadero sufrimiento? Los hermanos y las hermanas del continente chino no tienen miedo de ser reducidos a la pobreza, de ser encarcelados, de derramar su sangre, su mayor sufrimiento es verse traicionados por los «familiares». La entrevista de Parolin está llena de opiniones equivocadas (esperando que sus discursos sean coherentes con sus pensamientos). Pero no es digno de un alto dirigente de la Santa Sede manipular la carta [a los católicos chinos] de un Papa aunque está retirado, citando la frase (4.7): «no puede buscarse la solución de los problemas existentes a través de un conflicto permanente con las Autoridades civiles legítimas», ocultando que la carta sigue diciendo inmediatamente que «al mismo tiempo, sin embargo, no es aceptable una docilidad a las mismas cuando interfieran indebidamente en materias que conciernen a la fe y la disciplina de la Iglesia».
Durante la Jornada de la Juventud en Corea, el Papa dijo a los obispos asiáticos que «el supuesto del diálogo es la coherencia en la propia identidad». Personas bien informadas de los altos niveles de la Santa Sede dicen ahora con dolor que «somos como pájaros en una jaula, pero la jaula puede ser más grande, nosotros pedimos cada espacio posible». Pero el verdadero problema no es la jaula pequeña o grande, sino quiénes se encuentran en esta jaula. Los creyentes clandestinos no están dentro de ella. ¡Pero ahora ustedes quieren obligarlos también a entrar allí, de tal modo que también ellos se «reconcilien» con los que ya están adentro! Es cierto, en la jaula hay personas que se encuentran obligadas, pero también hay personas serviles y prepotentes que se encuentran dentro de ella porque lo quieren (fui el primero que dijo que en China había una sola Iglesia y que todos los creyentes, tanto de la Iglesia oficial como de la Iglesia clandestina, aman al Papa; pero ahora no me atrevo a decir más una cosa así).
Así como he decidido hacer prevalecer la verdad y la justicia (todo lo que digo parte del principio de custodiar la reputación del Papa y de poner en clara luz la doctrina de la Iglesia), no tengo problema en decir que mis opiniones sobre el «diálogo» las he referido al papa Francisco cuando me recibió en audiencia privada hace tres años. El Papa me escuchó con atención durante cuarenta minutos, sin interrumpirme. En el momento que le dije que, objetivamente hablando, la Iglesia oficial del continente chino es cismática (en cuanto administración autónoma independiente de la Santa Sede y dependiente del gobierno), el Papa respondió: «¡Es cierto!».
3. Ayer no han sido pocas las personas que han venido a verme o me han telefoneado para darme algún consuelo, luego de la acusación dirigida contra mí por el portavoz del Vaticano. Me han entendido mal, porque no tengo necesidad de consuelo. Habría sido mejor para ellos ir a consolar al portavoz. Es él quien es un pájaro en una jaula, obligado a desempeñar esa función tan embarazosa (y ciertamente ha leído lo que fue escrito por otros). Se puede recordar que hace más de un año, antes del IX Congreso de los Representantes de la Iglesia Católica china, fue el quien dijo que «la Santa Sede espera juzgar en base a hechos comprobados». Después de más de un año, todavía están esperando hacer juicios.
4. Merece misericordia también ese comentador del «South China Morning Post» que todos los días encuentra a alguien para criticar y sobre quien ironizar: debe ser un experto que sabe todo y podría decir lo suyo en todos los programas «de omnibus et aliquibus aliis». Esta persona escribió que amo más la política que la religión. Quiero despertarlo un poco: «Donde los ángeles temen pisar, los tontos van de prisa». ¿Él sabe que es la religión, que es la fe? Ha dicho que he decidido hacer sufrir a los creyentes del continente chino. ¿Pero él entiende cuál es el verdadero sufrimiento para las personas de fe? Pero la última frase que dijo era justa: «The Vatican has to readjust its wordly diplomacy, whatever its spiritual preferences»; el Vaticano debe reajustar su diplomacia terrenal, sean cuales sean sus preferencias espirituales. ¡Pero no son solamente preferencias, son principios no negociables!
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