No siempre podemos entender cuándo, porqué o cómo hace Dios lo que hace. Dios sigue siendo un misterio.
Si llegamos a entender del todo cada hecho o acontecimiento que sucede en nuestra vida, nuestra naturaleza caída nos puede llevar a pensar que no necesitamos a Dios.
Y a pesar de todo, confiamos en que Dios cuidará de nosotros, nos guiará y nos amará. Confiamos en que Dios sabe lo que más nos conviene y nos lo revelará de una manera que implique nuestra felicidad eterna. Confiar en Dios nos da paz. Es motivo de paz no tener que entender todo lo que hace.
A menudo he sido testigo de que a amigos y familiares se les diagnosticó una enfermedad grave. En lugar de sentirse desesperados, aceptaron el sufrimiento con total confianza en la providencia del Señor.
Debido a su confianza, encontraron la paz. No entendieron exactamente porqué Dios permitió su enfermedad, y sin embargo, confiaron en que Dios tenía en la mente su felicidad última. Confiar en el Señor aumentó su fe y les dio paz.
Podemos o no sufrir una enfermedad grave, pero al contemplar los misterios de la providencia de Dios podemos crecer en la confianza en Él, lo que a su vez conduce a la paz.
Contemplar el misterio de la pasión de Cristo como un acto de amor por la humanidad, aumenta nuestra confianza y nos da paz.
Los actos de confianza nos dan paz y fortalecen nuestra fe en el amor de Dios. La confianza que tenemos en la resurrección de Cristo nos da paz.
Dios Padre, resucitando a Cristo de entre los muertos mos mostró otro gesto de inmenso amor.
Entender completamente cómo sucedió la resurrección no es necesario. Lo importante es confiar y creer en el misterio.
Confiamos en que un día nos llevará a Su Reino celestial.
Confiando en los misterios del Señor encontramos paz y felicidad.
Durante el tiempo de Pascua, tómate un tiempo para deleitarte con el misterio de la Resurrección de Cristo. Date cuenta de que lo hizo por tí porque te ama, aunque no entiendas bien el porqué.
El misterio te invita a seguir adelante. Contempla el misterio de la Resurrección de Cristo y responde a las indicaciones del Señor, diciéndole: Te doy gracias y confío en Tí.
Fr. Cornelius Avaritt, OP
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