(Efe) Mons. Báez explicó que quienes siguen a Jesús «tenemos que adoptar siempre una postura clara y firme contra todo lo que destruye o degrada la vida y la dignidad humana», por lo que instó a los que creen en la justicia de Dios a favor del crucificado a preguntarse siempre de parte de quién se está.
«¿Estamos de parte de los que crucifican o de parte de los crucificados?», inquirió.
El prelado, que denunció recientemente un plan para asesinarlo en medio de la crisis que vive el país, abogó por ser solidarios y defender a quienes están oprimidos y son violentados en su dignidad, porque esa «es la mejor expresión de fe misma en el resucitado».
«Allí donde los hombres ponen muertos, introducen lágrimas y derraman sangre inocente, Dios pone vida. Allí donde parece que la injusticia humana triunfa, en el resucitado tenemos la certeza de la justicia de Dios por encima de las injusticias humanas», exclamó, en medio de aplausos de los feligreses.
Invitó a los nicaragüenses a no cansarse de hacer el bien ni de luchar por la paz y la justicia, «para que, como seguidores del crucificado, estemos al lado de las víctimas y defendamos siempre la dignidad y la vida humana, y para que siempre experimentemos el inmenso gozo de ser perdonamos y acogidos por Dios».
Asimismo, hizo un llamamiento a los pecadores a buscar el perdón de Dios: «No importa cuán lejos hayamos estado de Dios, no importa si hemos pactado con el mal, no importa si hemos vivido en las tinieblas, no importa cuán bajo pecado vil hayamos cometido», anotó.
Observó que la Pascua es un momento propicio «para reconocer todos nuestros errores, nuestros egoísmos, nuestras hipocresías y nuestra maldad inconfesada y nuestros pecados ocultos» y que si uno acoge a Jesús sentirá «el poder y la fuerza de su perdón, que sana el corazón y libera de todo esclavitud».
«Nadie está irremediablemente perdido, nadie está condenado irremediablemente a hacer el mal», agregó.
Báez dijo a los pecadores que, a pesar de sus errores y limitaciones, el encuentro con Dios «nos da fuerza para defender nuestra libertad sin terminar siendo esclavo de ningún ídolo, esclavo de ningún poder humano».
Mons. Báez ofreció su homilía antes de viajar a Roma por decisión del papa Francisco en la parroquia Nuestro Señor de Esquipulas, 11 kilómetros al sureste de Managua, donde fue vitoreado por los presentes que gritaron, entre otros, «Silvio, amigo, el pueblo está contigo» y clamaron por «libertad y justicia para Nicaragua»
Báez fue uno de los mediadores del frustrado diálogo nacional que se desarrolló entre mayo y julio de 2018 para superar la crisis y estuvo entre los religiosos heridos durante un ataque de grupos de choque gubernamentales a un templo católico, tras lo cual Ortega acusó a «algunos obispos» del Episcopado de apoyar un supuesto «golpe de Estado fallido».
El obispo, a quien Ortega tildó en una ocasión de «bravucón», ha sostenido que el Gobierno es el principal responsable de la crisis humanitaria que enfrenta Nicaragua como producto de la «represión».
Nicaragua atraviesa una grave crisis que ha dejado 325 muertos desde abril de 2018, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aunque algunos grupos elevan a 568 las víctimas mortales, mientras que el Ejecutivo solo reconoce 199 y denuncia un intento de golpe de Estado.
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