Multitudinarios funerales en Sri Lanka por las víctimas de los atentados islamistas

(Agencias) Una sucesión interminable de banderas blancas adornan la carretera entre Colombo, la capital de Sri Lanka, y una de las iglesias de Negombo, núcleo cristiano de esta nación mayoritariamente budista, donde un atacante suicida hizo detonar su carga el domingo matando a decenas de personas.

El blanco, color de luto, lo invade todo y realza la sotana púrpura del cardenal que oficia en el patio de la iglesia los últimos ritos frente a tres ataúdes, que forman parte de los 321 fallecidos en una serie de ataques coordinados, los primeros que serán enterrados en un cementerio próximo.

Al funeral, que se oficia dos días después de los sangrientos atentados simultáneos contra tres iglesias y tres hoteles de lujo en el país que también dejaron más de 500 heridos, acudieron cientos de personas en esta ciudad a una hora de Colombo.

El Gobierno de Sri Lanka ha decretado un día de luto nacional por la serie de atentados que golpearon especialmente a la población cristiana, apenas un 7,4 % en un país de mayoría budista.

A la ceremonia asisten padres, madres y familiares -que mantienen la compostura o a duras penas consiguen andar por el dolor de haber perdido a sus seres queridos-, religiosos y una multitud de periodistas llegados de todo el mundo.

Pero también hay muchos otros que como Suraj Silva, un joven cristiano, simplemente se han acercado para mostrar su solidaridad.

De hecho, no soy de esta zona sino que vivo algo lejos. Me siento muy triste por las víctimas, por eso he venido (...), tengo una muy mala sensación, explica a Efe.

Silva presencia la ceremonia, los féretros que entran y salen, bajo una carpa instalada en el patio de la iglesia de San Sebastián.

La explosión en Negombo, donde murieron la mayor parte de las víctimas, tuvo lugar el Domingo de Resurrección durante el servicio de las nueve de la mañana y destrozó bancos y tejas hasta dejar el recinto inutilizable.

Con el telón de fondo de un avemaría recitado en sinhala, uno de los idiomas locales, Silva admite que como católico no aprecia la violencia.

Tenemos que parar este tipo de acciones, dice, al recordar que no esperaba actos así diez años después del final de la guerra civil entre los tigres tamiles y el Gobierno, que se cobró 40.000 víctimas mortales en casi tres décadas de conflicto, según datos de la ONU.

Sulanga Warnakulasuriya, uno de los curas de la localidad, llama rápidamente a atajar cualquier deseo de venganza: los mártires fallecidos en nombre del cristianismo no deben ser utilizados contra la comunidad musulmana.

No sentimos ningún tipo de odio porque como cristianos no podemos indignarnos contra ninguna nación u organización, resume.

El Gobierno ha identificado a un grupo extremista de tintes islamistas relativamente desconocido, el National Thowheeth Jamath, como el organizador del atentado, pero sospecha que podía haber contado con apoyo internacional.

Finalmente el grupo yihadista Estado Islámico (EI) reivindicó hoy los atentados.

¿Cómo puede suceder algo así? ¿Qué buscaban con una acción así, contra qué quieren tomar venganza? Sobre todo en un sitio donde hay niños y familias, no entiendo nada de todo esto, lamenta Niroshi A.C., una joven monja presente en la misa.

Por el momento, se desconocen los motivos del atentado, aunque el viceministro de Defensa esrilanqués, Ruwan Wijewardene, ha afirmado estar investigando tras haber recibido información sobre si se produjo en respuesta al ataque supremacista a dos mezquitas en la localidad neozelandesa de Christchurch en marzo.

Ganapaha Fernando recorre el camino hacia el cementerio en solitario, bajo un sol de justicia y la atenta mirada de militares y policías parte del fuerte dispositivo de seguridad desplegados en los alrededores de la iglesia.

Vecino de Negombo, Fernando explica que ha perdido a cinco antiguos compañeros de estudios en el atentado. Una familia entera también ha fallecido en esa misma iglesia, siete personas, cuenta.

En el camposanto, hasta hoy prácticamente vacío, un grupo de operarios coloca los féretros unos junto a otros bajo la atenta mirada de vecinos y feligreses.

Las sencillas cruces de madera están adornadas con ramilletes de flores y un número, nada más. Hoy habrá treinta cruces, mañana y pasado continuarán los entierros, explica Warnakulasuriya.

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