(Aica) El presidente de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina, Mons. José María Arancedo, aseguró ayer que la apertura de los archivos eclesiásticos de la última dictadura militar servirá para la búsqueda de la verdad, la justicia y la reconciliación de los argentinos.
Mons. Arancedo dio detalles del comunicado conjunto dado a conocer hoy en Roma y Buenos Aires sobre los archivos de la CEA, la Nunciatura Apostólica y la Secretaria de Estado del Vaticano que se conservan del período 1976-1983, que se acaban de terminar de ordenar y digitalizar por impulso del papa Francisco.
Lo hizo en una conferencia de prensa en la sede episcopal del barrio porteño de Retiro, junto con el cardenal Mario Aurelio Poli, vicepresidente primero de la CEA, y Mons. Carlos Humberto Malfa, secretario general de la CEA.
Mons. Arancedo especificó que se trata de unas 3.000 piezas, «en su mayoría cartas, algunas con las respuestas a la persona que pide» por sus familiares, e indicó que hay «un poco más» en la Secretaría de Estado del Vaticano.
El cardenal Poli afirmó que la Iglesia «no le tiene miedo» a la apertura de los archivos relacionados con la última dictadura militar y sostuvo que la decisión de ponerlos a disposición de las víctimas y los familiares de desaparecidos representa «un servicio a la Patria, para la reconciliación de los argentinos».
«No tenemos miedo a los archivos. No hay que tenerle miedo a los archivos, la verdad siempre ilumina, aunque duela», subrayó citando palabras del historiador eclesiástico, el sacerdote Cayetano Bruno.
Al ser consultado sobre si no era mucho haber esperado cuatro décadas para abrir los archivos eclesiásticos sobre ese período, el cardenal Poli respondió: «No se si pesa eso de 40 años después, lo importante es que lo hacemos», y recordó que se trata de años de trabajo, que empezaron en 2005 y se profundizaron en 2012.
Monseñor Malfa puntualizó que «el acceso será por expresa solicitud de las víctimas y los familiares de las víctimas», e indicó que se hizo esa opción, y no una apertura más amplia al acceso de los archivos, porque «se trata de material sensible».
«Hemos privilegiado la relación entre la documentación que se dispone, el material de archivo, con las víctimas, con un sentido de reparación. Esto tiene un alto sentido de reparación, para la búsqueda de su verdad y de su historia, además de la historia nacional», agregó.
Monseñor Arancedo dijo que no se puede hablar de «complicidad» de la Iglesia con la dictadura militar, aunque reconoció que «la Iglesia no hizo todo lo que pudo y, eso es cierto, y pedimos perdón».
«Complicidad es una palabra fuerte y creo que de los documentos va a surgir otra palabra. Me atrevo a decir que, una vez que se pueda tomar contacto con todo el camino, la presencia de la Iglesia va a aparecer con más luces que sombras», aseveró.
«Sombras siempre puede haber, seríamos mentirosos y no hay una actitud corporativa, de defensa. El límite de toda defensa de cuerpo es la verdad, por eso si un hermano mío, obispo, ha tenido una actitud que aparece, lo lamentaré», añadió.
Monseñor Arancedo insistió en destacar que «la Iglesia permaneció en ese momento difícil. No se fue, se quedó aquí, y quedándose aquí tuvo muchas heridas, muchas muertes dentro de la propia Iglesia, y mucha gente a la que se ayudó a salir del país. Es una historia que está por hacerse».
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