El Papa aclara a Mons. Schneider que la voluntad de Dios sobre la diversidad de religiones es meramente permisiva

(LSN/Dominus est/InfoCatólica) Dios permite que existan variedad de religiones pero no desea que haya religiones falsas. Ese sería el sentido correcto que cabe dar, según el Papa, a la frase «el pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos» del documento «La hermandad humana por la paz mundial y la convivencia común», firmado conjuntamente por el Pontífice y el Imán de la Mezquita de Al Azhar.

El tema le fue planteado por Mons. Schneider al ser recibido junto con el resto de los obispos de Kazajistán. 

Según el obispo auxiliar de Astaná, los obispos le plantearon al Papa toda una serie de cuestiones que han sido objeto de polémica en los últimos años, caso de la comunión a divorciados vueltos a casar, la comunión de cónyuges protestantes de matrimonios mixtos y la difusión de la homosexualidad en la Iglesia.

En su entrevista de Life Site News, Mons. Athanasius Schneider valora también, de forma negativa, el resultado de la reciente reunión en Roma entre el Papa y los presidentes de las conferencias episcopales para abordar la cuestión de los abusos sexuales del clero.

Entrevista completa

Su Excelencia, ¿qué puede decirnos sobre su reciente visita ‘ad limina’ y encuentro con el Papa Francisco?

Fue para mí una experiencia muy espiritual – una peregrinación a las tumbas de los santos Pedro y Pablo, donde celebramos la Santa Misa. En la tumba de San Pedro, cantamos oraciones por el Papa Francisco, la antífona «Oremus pro pontifice nostro», seguida del Credo. También rezamos por las intenciones del Papa para obtener la indulgencia plenaria. Hicimos lo mismo en la Basílica de San Pablo Extramuros y en la Basílica Mariana de Santa María la Mayor.

En cuanto a nuestro encuentro con el Papa, él es el Vicario de Cristo en la tierra en este momento, y fue muy fraternal y amable con nosotros. Fue un ambiente muy amable.

Nuestro encuentro con él duró dos horas. Considero que este es un acto de gran generosidad por parte del Papa, el pasar tanto tiempo con nuestro grupo de 10 obispos y ordinarios de Kazajistán y Asia Central.

Durante la reunión, el Papa nos invitó a expresar libremente nuestras preocupaciones e incluso nuestras críticas. Destacó que le gusta una conversación muy libre.

Algunos obispos pudieron plantear preocupaciones sobre la vida de la Iglesia en nuestros días. Por ejemplo, el tema de la Comunión para católicos divorciados y «vueltos a casar»; el tema de la Comunión para los cónyuges protestantes en matrimonios mixtos; y el tema de la difusión práctica de la homosexualidad en la Iglesia. Estos puntos fueron discutidos.

Luego también le pedí al Santo Padre que aclarara la declaración en el documento [ver aquí] de Abu Dhabi sobre la diversidad de las religiones siendo «queridas» por Dios.

El Papa fue muy benévolo en su respuesta a nuestras preguntas y trató de respondernos desde su propia perspectiva sobre estos problemas. Respondió de una manera más general sobre los principios de la fe católica, pero en las circunstancias dadas no pudimos entrar en detalles sobre los temas específicos. Aun así, estoy muy agradecido al Santo Padre por habernos dado la posibilidad, en un ambiente muy sereno, de plantear algunas inquietudes y hablar con él.

¿Puede decir más sobre cómo respondió el Papa Francisco a su preocupación por la declaración en Abu Dhabi sobre la diversidad de las religiones? El pasaje controvertido dice: «El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos».

Sobre el tema de mi preocupación acerca de la frase utilizada en el documento de Abu Dhabi, que Dios «quiere» la diversidad de las religiones – la respuesta del Papa fue muy clara: dijo que la diversidad de las religiones es sólo la voluntad permisiva de Dios. Hizo hincapié en esto y nos dijo: «también se puede decir que, la diversidad de las religiones es la voluntad permisiva de Dios».

Intenté profundizar más en la pregunta, al menos citando la oración tal como se lee en el documento. La oración dice que así como Dios quiere la diversidad de sexos, color, raza y lenguaje, así también Dios quiere la diversidad de las religiones. Existe una comparación evidente entre la diversidad de las religiones y la diversidad de sexos.

Le mencioné este punto al Santo Padre y él reconoció que, con esta comparación directa, la oración puede entenderse erróneamente. Hice hincapié en mi respuesta de que la diversidad de sexos no esla voluntad permisiva de Dios, sino que Dios la desea positivamente. Y el Santo Padre reconoció esto y estuvo de acuerdo conmigo en que la diversidad de sexos no es un asunto de la voluntad permisiva de Dios.

Pero cuando mencionamos estas dos frases en la misma oración, entonces la diversidad de las religiones se interpreta como una voluntad positiva de Dios, como la diversidad de los sexos. Por lo tanto, la oración lleva a dudas e interpretaciones erróneas, y así fue mi deseo, y mi petición de que el Santo Padre rectifique esto. Pero él nos dijo a los obispos: pueden decir que la frase en cuestión sobre la diversidad de las religiones significa la voluntad permisiva de Dios.

Para los lectores que no están familiarizados con la diferencia entre voluntad permisiva y positiva de Dios, ¿puede darnos algunos ejemplos de otras cosas que Dios permite a través de su voluntad permisiva?

Sí, la voluntad permisiva significa que Dios permite ciertas cosas. Dios consintió o permitió el pecado de Adán y todas sus consecuencias; e incluso cuando nosotros pecamos de modo personal, en cierto sentido, Dios lo permite o lo tolera. Pero nuestro pecado no será la voluntad positiva de Dios. Él lo permite en vista del sacrificio infinitamente meritorio de Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz, y porque no quiere destruir nuestra libertad. Este es el significado de la voluntad permisiva de Dios.

Cumbre sobre abusos en la Iglesia en el Vaticano

Muchas personas, incluidas las víctimas de abuso sexual que vinieron a Roma para la Cumbre en el Vaticano del 25 al 27 de febrero sobre la protección de los menores en la Iglesia, se sintieron decepcionados con la reunión por lo que consideraron la falta de acción concreta de ésta. Excelencia, ¿cuál cree que sería la manera más efectiva de resolver el problema del abuso sexual y encubrimiento en la Iglesia?

Cuando hay un gran problema – que ciertamente es el abuso de niños, menores y adultos subordinados por parte del clero – tenemos que ir siempre a la raíz más profunda, como todo buen médico o doctor lo hace.

No podemos resolver una enfermedad haciendo solo un diagnóstico superficial. Se necesita un diagnóstico profundo e integral. Y en mi opinión, esto no se hizo en la Cumbre, porque una de las raíces más evidentes, observables y más profundas del abuso sexual de menores es la homosexualidad entre el clero.

Por supuesto, no diré que todos los homosexuales necesariamente abusan de los niños. Esto sería injusto y falso. Pero estamos hablando de abuso clerical en la Iglesia, por lo que tenemos que centrarnos en esta enfermedad. Se ha comprobado que más del 80 por ciento de las víctimas eran varones pospúberes. Es por lo tanto evidente, que la naturaleza de la mayoría de estos abusos involucró actos homosexuales. Tenemos que hacer énfasis en que ésta es una de las principales raíces.

La otra raíz principal de la crisis de abusos es el relativismo sobre la enseñanza moral que comenzó después del Concilio Vaticano II. Desde entonces, hemos estado viviendo en una profunda crisis de relativismo doctrinal, no solo de dogmas sino también de moral – la ley moral de Dios. La moral no se enseñó con claridad en los seminarios en los últimos 50 años; a menudo no se enseñaba con claridad en los Seminarios y facultades teológicas que un pecado contra el sexto mandamiento es un pecado mortal. Subjetivamente, puede haber circunstancias atenuantes, pero objetivamente es un pecado mortal.

Todo acto sexual fuera de un matrimonio válido está en contra de la voluntad de Dios. Ofende a Dios y es un pecado grave, un pecado mortal. Esta enseñanza fue tan relativizada. Y ésta es una de las otras raíces profundas. Tenemos que hacer énfasis en esto. Y en mi opinión, esto no se destacó en la Cumbre: el relativismo de la enseñanza moral, específicamente sobre el sexto mandamiento.

Otra causa profunda es la falta de una verdadera formación, seria y auténtica de los seminaristas. Hubo una falta de ascetismo en la vida y formación de los seminaristas. Se ha comprobado por dos mil años, y por la naturaleza humana, que sin el ascetismo físico como el ayuno, la oración e incluso otras formas de mortificaciones corporales, es imposible vivir una vida constante en la virtud sin pecado mortal. Debido a la profunda herida del pecado original y la concupiscencia que todavía trabaja en cada ser humano, necesitamos de mortificación corporal.

San Pablo dice: «Nos deis a la carne para satisfacer sus concupiscencias» (Rom. 13, 14). Podemos parafrasear estas palabras, diciendo: no nutras demasiado tu carne o la concupiscencia te dominará. Y esto es exactamente lo que a menudo sucedía en los seminarios. Seminaristas y sacerdotes nutrieron la carne a través de una vida cómoda, sin ascetismo, sin ayunos ni otras mortificaciones corporales y espirituales.

Pero para mí, la causa más profunda de la crisis de abuso sexual por parte del clero es la falta de una relación profunda y personal con Jesucristo. Cuando un seminarista o un sacerdote no tiene una relación personal profunda con Jesucristo, en fidelidad constante a una vida de oración y disfrutando realmente de un amor personal por Jesús, es presa fácil de las tentaciones de la carne y otros vicios.

Además, cuando tienes un amor profundo y personal por Cristo, no puedes cometer de manera deliberada un pecado horrendo. Ocasionalmente, debido a la debilidad de la naturaleza humana, un sacerdote o un seminarista podría cometer un pecado mortal contra la pureza. Pero en el mismo momento, se arrepiente profundamente y decide evitar el siguiente pecado a cualquier costo. Esta es una manifestación de un verdadero amor por Cristo. Pero para mí queda completamente excluido que una persona que ama profundamente a Cristo pueda abusar sexualmente de los menores. Para mí eso es imposible. En mi opinión, un profundo amor por Cristo excluye esto.

Estas son las raíces principales: la homosexualidad entre el clero, el relativismo de la doctrina, la falta de ascesis y, sobre todo, las ausencias de un amor profundo y verdadero por Cristo. Y esto no se destacó en la cumbre. Por lo tanto, considero que la cumbre es un fracaso, ya que un médico fracasa en curar una enfermedad cuando no aborda sus causas. Este problema estallará de nuevo.

Usted mencionó el dato estadístico de que el 80 por ciento de las víctimas eran varones post-púberes. ¿Cómo responde usted al cardenal Blase Cupich y a otras personas que señalan el informe de John Jay y otros estudios como evidencia de que no existe una relación causal entre la homosexualidad y el abuso sexual por parte del clero?

Es una negación de la realidad. ¿Cómo puedo hablar con un hombre que niega la realidad? Esto sólo se explica como una posición ideológica.

¿Qué medidas concretas cree que debió tomar la Cumbre para ofrecer soluciones reales al problema de abuso sexual por parte del clero?

La cumbre debió haber emitido normas canónicas concretas, pero no lo hizo, y por lo tanto creo que la cumbre fue un fracaso. Fue un hermoso espectáculo clerical, fue un espectáculo de clericalismo – todos los clérigos con sus títulos vinieron de todas partes del mundo. Y muchas palabras hermosas – palabras muy emotivas – fueron dichas. Pero estas raíces profundas no se abordaron, y no se dieron normas concretas e incisivas.

A mi parecer, de manera muy precisa, debieron darse normas apremiantes e incisivas.

La primera norma canónica que propondría es esta: que las personas con inclinaciones homosexuales no deberías ser aceptadas de manera categórica en los seminarios. Y si son descubiertos, por supuesto con respeto y amor, deben ser expulsados del seminario y ayudados a ser curados y a vivir como un buen laico cristiano.

Actualmente las normas solo dicen que las personas con «tendencias homosexuales profundamente arraigadas» no deben ser admitidas en el seminario, pero para mí esto no es suficiente. ¿Qué significa «profundamente arraigadas»? Si un hombre adulto viene al seminario y siente atracción homosexual, incluso si todavía no está profundamente arraigado, sigue siendo una atracción homosexual. Y en sí mismo ya es una condición que, en algunas circunstancias –como en la atmósfera exclusivamente masculina de un seminario – podría convertirse en una tendencia más profunda o más agresiva.

Y cuando se convierta en sacerdote, estará con los seminaristas, con jóvenes monaguillos, etc. Y así, mientras que tal vez en el seminario estas tendencias no estaban profundamente arraigadas, pueden llegar a ser más profundas en ciertas circunstancias.

Las tendencias homosexuales son una especie de trastorno de la personalidad y una percepción distorsionada de la realidad, ya que esto significa desear un objeto de placer contra el orden natural de los sexos. Los documentos magistrales lo llaman un desorden «objetivo». ¿Cómo se puede ordenar a un hombre con un trastorno en su personalidad o en su forma psico-somática? Por supuesto, también hay otros trastornos psicológicos. No ordenamos a hombres con ciertos trastornos psicológicos, incluso cuando no son tan profundos. Dañaría el sacerdocio.

En un caso en que un sacerdote o un obispo cometa abuso sexual, incluso una sola vez, debe ser expulsado del estado clerical. Debe haber «tolerancia cero» en este caso, y debe establecerse en la Ley Canónica. No debe haber excepción. Por supuesto, el hecho del abuso sexual debe probarse y verificarse mediante un verdadero proceso canónico, pero cuando lo sea, debe ser expulsado del estado clerical.

¿Debería un sacerdote que ha abusado de menores recibir dinero de la Iglesia?

Creo que sí. Tenemos que ser misericordiosos y no debemos ser crueles. Siempre debemos seguir siendo humanos y cristianos, y creo que la Iglesia debería, al menos temporalmente, dar ayuda financiera a estos clérigos que son expulsados – tal vez durante los dos primeros años.

Carta abierta de los Cardenales Burke y Brandmüller

Previo a la Cumbre, el cardenal Raymond Burke y el cardenal Walter Brandmüller emitieron una carta abierta en la que pedían a los obispos que asistían a la Cumbre que pusieran fin a su silencio sobre la corrupción moral en la Iglesia y que defendieran la ley divina y natural. ¿Qué tanto cree usted que fueron escuchados y se prestó atención a su carta abierta en la reunión?

Creo que la carta de los dos cardenales fue meritoria y muy oportuna, y la historia la considerará como una contribución verdaderamente positiva en esta crisis de abuso tan delicada a nivel universal de la Iglesia. Fue un hermoso testimonio, y creo que esta carta honró al Colegio de Cardenales.

Pero creo que fue más escuchada por la gente sencilla que por los clérigos: nuevamente, el clericalismo.

Algunos han sugerido que la Cumbre sobre abuso sexual en el Vaticano fue el mejor ejemplo de clericalismo.

Fallaron en escuchar las voces de los laicos. La voz de los laicos no fue escuchada lo suficiente por los clérigos. ¿No es esto clericalismo?

¿Cuál cree que sea la explicación a la negativa obvia y repetida a abordar el tema de la homosexualidad en la Cumbre? Algunos han argumentado que podría deberse a un deseo de proteger las redes homosexuales dentro de la jerarquía. Otros han sugerido que proviene de los obispos que temen decir algo negativo sobre la homosexualidad por temor a las repercusiones del Estado.

Creo que el primer argumento no tiene un peso considerable en el contexto de la Cumbre. Hay grupos homosexuales, pero en esta Cumbre no fue decisivo, en mi opinión.

El segundo argumento que usted mencionó tiene cierto peso pero no fue decisivo. El miedo de los obispos a confrontar el mundo es un factor; el miedo al mundo. Aunque ellos en lo personal estén en contra de la homosexualidad, temen una confrontación con el mundo. Cobardía clerical: otra vez, clericalismo.

Pero la razón más profunda, en mi opinión, es que existen poderosos clanes clericales entre los obispos y cardenales que quieren promover y cambiar en la Iglesia la ley moral divina sobre el mal intrínseco de los actos homosexuales y del estilo de vida homosexual. Quieren que la homosexualidad sea aceptable como una variante legítima de la vida sexual. En mi opinión, esta es la razón más profunda y quizás la razón decisiva por la que guardaron silencio y no lo abordaron.

Cardenales y la crisis actual

¿Cree usted que es importante que los Cardenales hablen sobre la crisis en la Iglesia y, de ser así, qué forma cree usted que debería tomar esto?

Sí, es muy oportuno y muy necesario porque la confusión está aumentando.

Creo que los cardenales deberían abordar el tema del documento de Abu Dhabi y la frase sobre la diversidad de religiones, porque esta declaración conduce en última instancia a una negación de la verdad del carácter único y obligatorio de la Fe en Cristo, que está ordenada por la Divina Revelación. Desde mi punto de vista, la declaración de Abu Dhabi es la más peligrosa desde el punto de vista doctrinal. Los cardenales deben pedir respetuosamente al Santo Padre que corrija esta frase oficialmente.

Creo que también sería muy oportuno y necesario para los cardenales u obispos emitir un tipo de profesión de fe, de verdades, y al mismo tiempo rechazar los errores más generalizados de nuestro tiempo. En mi opinión, deberían hacer una profesión enumerada de verdades muy específica, diciendo por ejemplo: «Sostengo firmemente que …» seguido de la refutación de un error. Creo que tal profesión debería incluir todos los principales errores peligrosos que se están propagando a través de la vida de la Iglesia en nuestros días.

¿Una profesión de fe pero también refutando el error?

Sí, en la misma oración. Dicho texto debería publicarse y difundirse ampliamente entre los sacerdotes y obispos, tal vez pidiéndoles que hagan una profesión pública con este texto en parroquias y catedrales. No habría novedades. Solo declararía lo que la Iglesia siempre ha profesado.

Entrevista traducida por Dominus Est.

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