(Gaudium Press) Tras el largo proceso que finalmente concluyó en la absolución de Asia Bibi, la católica acusada falsamente de blasfemia en Pakistán, el mundo entero sigue ratificando que la ley de blasfemia en ese país es con frecuencia un mero y simple instrumento de persecución a cristianos. Esta vez fue el turno de tres jóvenes mujeres, Permisha, de 16 años, Suneha de 15, y Sunaina de 22.
La que es abuela de Pemisha y Suneha y suegra de Sunaina, la señora Khurshid Bibi, alquiló en enero pasado un departamento a una pareja musulmana, Fayaz y Samina Riaz. Muy poco tiempo después, ante la falta de cortesía de la pareja, la señora Bibi exigió que le fuera desocupado. Pero la falta de cortesía trascendió a algo mucho más grave.
El 19 de enero Permisha, Suneha y Sunaina fueron a limpiar el lugar, pero la pareja todavía allí se encontraba. Por eso le pidieron que lo desocuparan para hacer sus labores.
Pero la mujer, Samina, salió a la calle gritando que las «kafirs» -las «infieles»- habían sustraído una copia del Corán y lo habían lanzado a la bañera, lo que ocasionó que varios musulmanes dañaran casas de cristianos en la zona, y produjeran la huída de alrededor de 200 familias. Entretanto, la acusación era otra de las falsas y así lo confesó la propia Samina Riaz: lo que ella quería era «darle una lección a los cristianos».
Sobre esos hechos habló el P. Saleh Diego, de la comisión de Justicia y Paz del episcopado pakistaní: «Las falsas acusaciones de blasfemia suelen estar motivadas por la venganza personal o el odio religioso».
Con el desmentido de la acusación no regresó la paz al hogar de las mujeres, así como con la absolución definitiva Asia Bibi no pudo permanecer en Pakistán: Declaró el P. Diego que las muchachas «están escondidas en una localidad secreta por razones de seguridad».
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