Un hombre murió en un hospital tras haber sido disparado en un intento de robo en el partido de Tres de Febrero (Buenos Aires, Argentina), después de que su esposa se negara a que le realizaran una transfusión de sangre por ser ella testigo de Jehová. Según informa Infobae, José Alberto López, de 57 años, trabajaba como asistente en un estudio contable que está instalado en el cruce de Bartolomé Mitre y Suipacha, en el microcentro porteño. Al arribar a su finca, situada en Directorio al 3.200, de la localidad bonaerense de Villa Pineral, fue abordado por delincuentes armados que quisieron robarle su vehículo.
Crónica del suceso
López conducía una camioneta Ford EcoSport de color negro, patente AA 067 KK, cuando fue interceptado frente a esa vivienda por cuatro asaltantes, quienes se desplazaban a bordo de un Ford Fiesta Kinetic azul. Uno de los delincuentes bajó del rodado con una pistola 9 milímetros y se aproximó a la camioneta exigiendo la entrega del vehículo.
En un momento, López movió sus manos para desabrocharse el cinturón de seguridad, pero el delincuente creyó que se trataba de un acto de resistencia y no dudó en dispararle a escasa distancia. La bala dio en la región intercostal izquierda de López afectándole los pulmones. Los asaltantes se dieron a la fuga rápidamente en el Ford Fiesta Kinetic por las calles del humilde barrio. López, tras el ataque, tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital Ramón Carrillo de Ciudadela.
El personal médico de dicho centro asistencial se dispuso a efectuarle, entre otros tratamientos, varias transfusiones de sangre destinadas a salvarle la vida. Sin embargo, según dijeron las autoridades de la Justicia, los médicos no pudieron atender debidamente a la víctima por ser miembro de los testigos de Jehová. Margarita, la esposa del paciente, a instancias de los profesionales del centro de salud, firmó una documentación que acreditaba que los médicos no habían sido autorizados a practicarle transfusiones.
En la mañana del 29 de julio, Víctor, hermano de la víctima, expresó su bronca por haber perdido a su hermano y aseguró que él no era testigo de Jehová, sino su esposa, quien tomó la decisión de no transfundir a José. Pesquisas policiales de la comisaría de Villa Pineral (4a de Tres de Febrero) realizan diferentes procedimientos en la zona con el objetivo de averiguar el paradero de los responsables del asesinato, que se presume residirían en la zona noroeste del conurbano bonaerense.Intervinieron en la causa, que fue caratulada como “Homicidio", los integrantes de la Unidad Funcional Nº 10 del departamento judicial de San Martín. Los testigos de Jehová, como recuerda Infobae, no aceptan las transfusiones de tejido hemático por cuestiones religiosas, ya que argumentan que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se les ordena abstenerse de la sangre.
Indignación de la familia
Como ya se ha señalado antes, el hermano de la víctima habló con los medios y expresó su indignación y bronca, ya que, asegura, ni su hermano ni el resto de su familia formaban parte de la secta. En diálogo con el canal TN, Víctor López relató parte del diálogo que tuvo con la esposa de su hermano al llegar al hospital y enterarse de la decisión, que no pudo torcer a pesar de los desesperados pedidos que realizó al equipo médico.
“Cuando llegué al hospital los médicos me dijeron: ‘lamentablemente tenemos un pedido por parte de la señora de que no le podemos dar sangre’”, contó.
– “Pero mi hermano fue herido el viernes. ¡Hoy es lunes!”, le digo.
Entonces hablo con la mujer: “Margarita, hay que transfundirlo ya, mi hermano se está muriendo”. Y ella me responde: “Tu hermano no se va a morir, quedate tranquilo. Tené fe en Dios”.
– “¡Pero no se trata de fe, se trata de ciencia, de la vida de mi hermano!”. Y al final me dice: “Él está preparado para ir con Dios”.
– “¡Pero entonces me lo estás matando!”, le digo.
Hace unos años, la pareja perdió una hija de cuatro años que padecía leucemia. De acuerdo con el relato de Víctor, la esposa de José, quien se encontraba en terapia intensiva pelando por su vida, le decía que él se iba a encontrar con su hija, y que si estuviera en condiciones, avalaría la decisión de ella de no transfundirlo.
“Sé perfectamente que mi hermano jamás fue testigo de Jehová –reiteró–. Lamentablemente no pudo recibir sangre por pedido de la mujer. El médico me dijo: ‘acá tengo la firma de la mujer, arréglenlo entre ustedes’”.
Víctor habló con abogados para saber si podía hacer algo, pero no tuvo tiempo suficiente. José murió el pasado 27 de julio y fue velado al día siguiente. “Sé que mi hermano la amaba, pero primero está la vida y después la religión. Ahora lo tuve que velar en un cajón, como lo velé ayer. Yo respeto cualquier religión, pero así no”, reflexionó. Y aseguró que si puede accionar legalmente contra la mujer, lo hará. “Que me perdone mi hermano, pero lo voy a hacer”.
Una decisión amparada por la ley
El hermano del fallecido aclaró que su hermano no era testigo de Jehová, pero que la mujer hizo que se presentara un “anciano” –según relató– de la secta que convalidó que el paciente profesaba la creencia, según informa La Nación. “Tuvimos el aval de esa autoridad religiosa”, dijo el director del hospital, Javier Cima. “La jurisprudencia avala esta toma de decisiones en base a distintas disposiciones de la Constitución Nacional, como la libertad de cultos –agregó Cima en declaraciones al canal de noticias TN–. En este caso puntual corresponde que la esposa defina”.
Respecto de si el paciente se hubiera recuperado de haber podido recibir una transfusión, consideró que “es irresponsable decir que una transfusión hubiera salvado al paciente, era parte de la necesidad del tratamiento, pero el estado era crítico”. En Página 12 leemos otras declaraciones del facultativo: “Teniendo en cuenta que en el primer momento se dijo que profesaba el culto de Testigos de Jehová, cuando hubo la necesidad de proponer la transfusión se tomó la decisión a partir de lo que definió la esposa y esto lo definió también por escrito”.
El director del Ramón Carrillo dijo que se dio intervención al abogado de la institución “para tener el aval jurídico”. Agregó que “este caso hay que valorarlo en el contexto en el cual llega el paciente”.
En ese punto, insistió en que el hombre “llega inconsciente y sin una documentación en la que previamente estuviera definida que no deseaba transfundirse, pero en compañía de la esposa que tiene el aval de poder tomar esta decisión desde el punto de vista jurídico”. Cima puntualizó que, ante la situación de grave peligro que atravesaba el paciente, se contactaron “con el anciano de la iglesia”, en referencia a la autoridad religiosa del templo al que concurría la mujer de López.
Mariana Gallego, abogada especialista en derecho de familia, explicó a La Nación que, según establecen distintas normativas, para proceder con la ejecución de todo tratamiento médico “invasivo” –como transfusiones, trasplantes y operaciones– es necesario el consentimiento del propio paciente, o en caso de que éste se encuentre incapacitado de expresarlo, de su “representante legal”, que en primer lugar es su cónyuge. Así está estipulado en la ley del derecho del paciente, la ley de muerte digna, la ley de donación de órganos y el artículo N° 59 del Código Civil.
Aunque el robo se produjo el 22 pasado, Víctor se enteró del episodio el día 25. “Me dirijo al hospital, hablo con el médico y me informa que mi hermano está mal, que está grave”, reconstruyó. Fue allí cuando se enteró de la disposición tomada por su cuñada.
Las polémicas originadas por la resistencia de los testigos de Jehová a recibir transfusiones, lejos de ser excepcionales, se registran con relativa frecuencia. En 2012, Pablo Albarracín, de 38 años, se negó a recibir una transfusión de sangre después de recibir dos balazos. Su familia recurrió a la Corte Suprema, pero ésta respetó la voluntad de Albarracín, que finalmente se recuperó. El año pasado, Mercedes Pucheta, de 60 años, también rechazó las transfusiones después de sufrir graves traumatismos de cráneo y tórax a raíz de un accidente de tráfico. Finalmente, la mujer murió.
La postura de la secta
La organización de los testigos de Jehová niega en sus publicaciones oficiales que la no aceptación de las transfusiones sea causa de muerte entre sus fieles y aseguran que en la actualidad “los cirujanos suelen realizar intervenciones complejas, tales como operaciones ortopédicas o de corazón y trasplantes de órganos sin transfusiones”. Lo leemos en Noticias Argentinas.
“Los pacientes que no aceptan transfusiones se recuperan igual o mejor que quienes sí las aceptan, aún en el caso de los niños. De todos modos, nadie puede asegurar que un paciente morirá si no recibe sangre ni que sobrevivirá si la recibe”, indican los testigos de Jehová, quienes reivindican “el mandato bíblico de no recibir sangre por respeto a Dios”.
“Hubo un tiempo en que los profesionales de la salud pensaban que la medicina sin sangre (conjunto de estrategias para evitar las transfusiones) era muy arriesgada y hasta tildaban de suicidas a los pacientes que la solicitaban. Pero ese punto de vista ha cambiado en los últimos años”, aseguran. “Miles de médicos de todo el mundo están utilizando técnicas de ahorro de sangre para efectuar operaciones complejas sin transfusiones. Dichas alternativas se encuentran disponibles hasta en países de escasos recursos, y muchas personas que no son Testigos las solicitan”, agregan.
Por su parte, la Sociedad Argentina de Hematología indica en su publicación oficial que la negativa de los testigos de Jehová a recibir transfusiones “constituye un ejemplo clásico del conflicto entre los principios de beneficencia y autonomía”, tal como publica el Diario Popular. La entidad recuerda un fallo de la Corte Suprema de Justicia de 1975 que concluyó que se debe respetar la autonomía cuando la conducta del paciente no cause daños a terceros y no busque el suicidio, sino la pretensión de mantener las ideas religiosas que profesa. Los médicos aseguran que ellos pueden sugerir que es lo más conveniente pero la decisión final está siempre en manos del paciente, en la medida que pueda decidir por sus propios medios.
Como recuerda el medio Minuto Uno, las transfusiones no fueron la única práctica médica que en un momento dado ha sido enérgicamente rechazada por los testigos de Jehová. Concretamente, las vacunaciones estuvieron proscritas desde 1931 hasta 1952, durante 21 años, y los trasplantes de órganos por 13, desde 1967 hasta 1980. La razón por la cual los testigos de Jehová no aceptan las transfusiones es que aducen que recibir sangre es como ingerirla, comerla. Y como ciertamente existen versículos que expresan que comer sangre es comer la vida o el alma, ellos creen tener motivo para no aceptar estas prácticas. Es decir, que interpretan literalmente lo que señalan algunos pasajes de la Biblia.
Un fiscal crítico
El titular de la Fiscalía Nº6 de La Plata, Marcelo Romero, repudió la benevolencia judicial que hubo en este caso, y afirmó que si él fuera el fiscal de la causa no dudaría en procesar a la esposa de José Alberto López. Lo cuenta el Diario Hoy.
“La jurisprudencia argentina ha sido demasiado benévola con estas posturas extremas –y muchas veces absurdas– de ciertas religiones o creencias. Existen jerarquías entre los derechos y garantías constitucionales”, sostuvo Romero. Enfatizó que “el derecho a la vida, a la salud, a la integridad, no pueden estar por debajo del derecho a la libertad de cultos o de conciencia; como así tampoco podría estarlo respecto del derecho de propiedad, por ejemplo”.
En este marco, el fiscal ejemplificó su reflexión con el caso de José Alberto López. “En ese caso, verbigracia, se llegaría al absurdo de exigirle a los bomberos una orden de allanamiento para ingresar a una finca que se incendia con peligro de muerte segura de sus moradores… O alguien podría colocar una alambre con alto voltaje para proteger un limonero de los ladrones. Es absurdo”, sentenció Romero.
Por otra parte, comentó el fiscal que se “podrían ocultarse suicidios asistidos o eutanasias prohibidas por la ley argentina. Si fuera el fiscal de la causa, no dudaría en procesar a la mujer. Y que después el defensor convenza a los jueces o al jurado que la interpretación de un versículo de la Biblia está por encima de la Constitución Nacional y los Pactos Internacionales”.
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