Los aspectos malvados, perversos y diabólicos de la ideología de género

Mi último artículo lo terminaba así: “Hoy me he detenido en los aspectos ridículos y absurdos de la ideología de género, pero lo peor son sus aspectos malvados y perversos, de los que hablaré otro día”. Y es que he querido dar preferencia a los aspectos ridículos y absurdos de la ideología de género que a sus aspectos éticos y morales, porque me da la impresión que un político teme más la pregunta: “¿Os dais cuenta de la idiotez que habéis aprobado?” que no que se les diga. “¿Sois conscientes de la perversidad de la Ley que habéis aprobado?”. Pero hoy toca hablar de los aspectos malvados.

            La ideología de género ha sido legalizada en España por la Ley Orgánica 2/2010, del 3 de Marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embaraza, mantenida sustancialmente, con tan sólo una mínima modificación en la Ley Orgánica 11/2015. Desde la Ley del 2010, el aborto y la ideología de género son legales en España, habiéndose aprobado en varias Comunidades Autónomas leyes para reforzar la ideología de género, como acaba de suceder en Madrid en este mismo mes de Julio. Esta ideología surge de la confluencia de dos ideolgías:la relativista que niega la Ley Natural y la existencia de la Verdad Objetiva y la marxista, sólo que aquí la lucha de clases se tranforma en la lucha de sexos. La consecuencia es que, salvo em el caso de la violación, que tamién desaprueban, en todo lo demás su Moral Sexual es totalmente contraria a la Moral Católica. Se trata, por tanto, de la Moral del Diablo.

            Aborto: Empecemos por el aborto. Para la Moral Católica, “el aborto y el infanticidio son crímenes abomiables” (“Gaudium et Spes” nº 51). En cambio para estas Leyes de 2010 y 2015 es lo contrario. Le basta para ello una sola frase, la del artículo 3, apartado 2: “Se reconoce el derecho a la maternidad libremente decidida”; con ella pretenden transformar el abominable crimen del aborto en un derecho y se hacen así acreedores a una durísima condena de Jesucristo (ver Jn 8,31-47, especialmente los versículos 43-44), que dicen: “¿Por qué no reconocéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Él era homicida desde el principio y no se mantuvo en la verdad porque no hay verdad en él” y que  me ahorra cualquier otro juicio.

            Educación: El gran problema de la ideología de género es que, como para ellos Dios no existe, tampoco existe el pecado y los conceptos de Bien y Mal no son absolutos, sino que dependen de mi decisión o, sobre todo, de la voluntad popular, es decir de lo que decidan los Partidos. Quienes pagan las consecuencias de esto son los Derechos Humanos, que son simplemente escarnecidos. Por ejemplo el artículo 26 & 3 de la Declaración de Derechos Humanos dice: “Los padres tendrán derecho preferente a escoger el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos”. Pues resulta que no, porque en un tema tan importante como la educación afectivo sexual es obligatorio darla, como acaba de aprobar el Parlamento de Madrid, con el voto unánime del Parlamento de Madrid, salvo dos diputados que tuvieron la decencia de marcharse, de acuerdo con la ideología de género, que al imponerse como pensamiento único, viola el artículo 8 de la Declaración, que dice: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”, puesto que Catolicismo e ideología de género son incompatibles, y el 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión o de expresión”. Para la ideología de género no corresponde a los padres, sino al Estado, decidir sobre la educación de los hijos, y de la educación hay que desterrar la religión ya que ninguna creencia religiosa debe interferir los fines morales y sexuales educativos del Estado.

            Corrupción de menores: Para los promotores de esta ideología debe darse una emancipación sexual de la infancia y adolescencia. Se defiende la total liberación sexual, incluyendo el derecho absoluto a tener relaciones sexuales con otros individuos sin importar la edad, el número, el estado civil, las relaciones familiares (el incesto) o el género. Las leyes son la moral del Estado y esto está en las leyes. Al niño hay que despertarle sus inclinaciones sexuales, enseñándoles a conocer su propio cuerpo por medio de la masturbación, que no es nada negativo, e incluso que puedan disfrutar de relaciones sexuales con otros niños y niñas, siendo justificable cualquier actividad sexual. La sexualidad es un juego, un pasatiempo, una finalidad en sí misma, siendo, por tanto, permisibles y moralmente iguales todas las relaciones sexuales voluntarias, significando el ser responsable tan sólo el tomar precauciones contraceptivas a fin de evitar embarazos no deseados y siendo la obtención del placer el principal objetivo de la sexualidad. Esto, toda mi vida lo he llamado corrupción de menores, y ¿ustedes?

            Por hoy vale. Seguiremos.

                                                                                    
Pedro Trevijano, sacerdote

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