El Papa pide a Cristo ante los jóvenes: «Lánzanos a acompañar a los que no te conocen y decirles el porqué de mi fe»

(ACI Prensa) En medio de un gran ambiente de fiesta, el Santo Padre llegó a bordo de un tranvía al Parque Jordan en la localidad de Blonia en Cracovia a las 5:28 p.m. (hora local).

La ceremonia de acogida comenzó con el himno oficial de la JMJ «Bienaventurados los misericordiosos». Luego del himno, el Cardenal Stanislaw Dziwisz dirigió unas palabras al Papa a quien agradeció por su presencia.

«Desde hace dos días una gran fiesta de la fe se está celebrando en toda la ciudad», dijo el Purpurado, ya que en Cracovia los jóvenes de todo el mundo se unen, rezan y se alegran por ser parte de la Iglesia, una gran comunidad en el Señor resucitado, agregó.

Luego de la lectura del Evangelio de Lucas, el pasaje del encuentro del Señor con Marta y María, el Papa hizo una reflexión y desafió a los jóvenes presentes y con ellos a los del mundo entero.

El Papa agradeció a San Juan Pablo II, quien «desde el cielo nos está acompañando viendo a tantos jóvenes pertenecientes a pueblos, culturas, lenguas tan diferentes con un solo motivo: celebrar que Jesús está vivo en medio nuestro».

Francisco dijo también a los jóvenes: «quiero confesarles otra cosa que aprendí en estos años. No quiero ofender a nadie. Me genera dolor encontrar a jóvenes que parecen haberse ‘jubilado’ antes de tiempo. Esto me duele. Jóvenes que parecen ‘jubilados’ a los 23, 24 o 25 años».

«Me preocupa ver a jóvenes que ‘tiraron la toalla’ antes de empezar el partido. Que están ‘entregados’ sin haber comenzado a jugar. Me duele ver jóvenes que caminan con rostros tristes, como si su vida no tuviese valor. Son jóvenes esencialmente aburridos... y aburridores, que aburren a los otros; y esto me duele».

Siguen falsas ilusiones

El Santo Padre dijo asimismo que «es difícil, y a su vez cuestionador, por otro lado, ver a jóvenes que dejan la vida buscando el ‘vértigo’, o esa sensación de sentirse vivos por caminos oscuros, que al final terminan ‘pagando’…y pagando caro».

«Piensen en tantos jóvenes que ustedes conocen a tantos jóvenes que han elegido este camino. Cuestiona ver cómo hay jóvenes que pierden hermosos años de su vida y sus energías corriendo detrás de vendedores de falsas ilusiones. Hay de esos vendedores de falsas ilusiones (en mi tierra natal diríamos ‘vendedores de humo’), que les roban lo mejor de ustedes mismos. Y esto me duele».

Por eso, «queridos amigos, nos hemos reunidos para ayudarnos unos a otros porque no queremos dejarnos robar lo mejor de nosotros mismos, no queremos permitir que nos roben las energías, que nos roben la alegría, los sueños, con falsas ilusiones».

La fuerza de la gracia

El Papa cuestionó luego a los jóvenes presentes: «queridos amigos, les pregunto: ¿Quieren para sus vidas ese vértigo alienante o quieren sentir esa fuerza que los haga sentirse vivos, plenos? ¿Vértigo alienante o fuerza de la gracia? ¿Qué cosa quieren, vértigo alienante o fuerza de la gracia?»

Para ser plenos, continuó Francisco, «para tener fuerza renovada, hay una respuesta que no se vende, que no se compra; una respuesta que no es una cosa, que no es un objeto, es una persona: se llama Jesucristo. ¡Un aplauso para el Señor!»

«Jesucristo, ¿se puede comprar? Jesucristo, ¿se vende en las tiendas? Jesucristo es un don, es un regalo del Padre, el don de nuestro Padre. Jesucristo es un don», subrayó el Papa.

«Jesucristo –resaltó el Pontífice– es quien sabe darle verdadera pasión a la vida, Jesucristo es quien nos mueve a no conformarnos con poco y a dar lo mejor de nosotros mismos; es Jesucristo quien nos cuestiona, nos invita y nos ayuda a levantarnos cada vez que nos damos por vencidos. Es Jesucristo quien nos impulsa a levantar la mirada y a soñar alto».

«Pero, Padre, alguno podría decir que es difícil soñar alto, es difícil salir y estar siempre en salida. Padre, yo soy débil, yo caigo, yo me esfuerzo pero muchas veces caigo. Los alpinistas, cuando salen a las montañas, cantan una canción muy bella, que dice así: en el arte de salir lo importante no es caer, sino no permanecer caído. Si tú eres débil, si tú caes, mira un poco alto y verás la mano tendida de Jesús que dice, ¡Levántate! ¿Y si lo hago una vez más?, otra vez, y ¿si caigo otra vez?, te levantas. Pedro preguntó y Jesús respondió, 70 veces 7. La mano de Jesús está siempre para levantarnos, ¿han comprendido?»

El Papa explicó luego que es Jesús quien invita a todos a vivir la «aventura de la misericordia», como hicieron María de Betania y María de Nazareth.

A continuación, dirigiéndose a Cristo, Francisco dijo: «Señor lánzanos a la aventura de la misericordia, a la aventura de construir puentes y derribar muros (cercos y alambres), lánzanos a la aventura de socorrer al pobre, al que se siente solo y abandonado, al que ya no le encuentra sentido a su vida. Lánzanos a acompañar a los que no te conocen y decirles, lentamente y con mucho respeto tu nombre y el porqué de mi fe».

Para concluir, el Papa señaló: «aquí estamos, Señor. Envíanos a compartir tu Amor Misericordioso. Queremos recibirte en esta Jornada Mundial de la Juventud, queremos confirmar que la vida es plena cuando se la vive desde la misericordia, que esa es la mejor parte, la parte más dulce, la parte que nunca nos será quitada. Amén».

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