Me dicen que hay muchos de ustedes que entienden el castellano. Así que voy a hablar en castellano. También me dicen que hoy hay un buen grupo acá, en esta plaza, de recién casados y jóvenes esposos. Yo, cuando encuentro a uno que se casa, a un joven que se casa, a una chica que se casa, les digo: «¡Estos son los que tienen coraje!» Porque no es fácil formar una familia. No es fácil comprometer la vida para siempre. Hay que tener coraje. Y los felicito, porque ustedes tienen coraje.
A veces me preguntan cómo hacer para que la familia vaya siempre adelante y supere las dificultades. Yo les sugiero que practiquen siempre tres palabras, tres palabras que expresan tres actitudes [ahí están llegando nuevos recién casados] Tres palabras que los pueden ayudar a vivir la vida de matrimonio, porque en la vida de matrimonio hay dificultades: el matrimonio es algo tan lindo tan hermoso, que tenemos que cuidarlo, porque es para siempre. Y las tres palabras son «permiso, gracias, perdón». Permiso. Permiso: siempre preguntar al cónyuge (la mujer al marido, el marido a la mujer) «¿qué te parece?¿te parece que hagamos esto? Nunca atropellar. Permiso.
La segunda palabra: ser agradecidos. Cuántas veces el marido le tiene que decir a la mujer »gracias«. Y cuántas veces la esposa le tiene que decir al marido »gracias«. Agradecerse mutuamente. Porque el sacramento del matrimonio se lo confieren los esposos, el uno al otro. Y esta relación sacramental se mantiene con este sentimiento de gratitud. »Gracias«.
Y la tercera palabra es »perdón, que es una palabra muy difícil de pronunciar. En el matrimonio, siempre -o el marido o la mujer- siempre tiene alguna equivocación. Saber reconocerla y pedir disculpas, pedir perdón, hace mucho bien. Hay jóvenes familias, recién casados, muchos de ustedes están recién casados, otros están por casarse. Recuerden estas tres palabras, que ayudarán tanto a la vida matrimonial: permiso, gracias, perdón. Repitámoslas juntos: permiso, gracias, perdón. ¡Más fuerte, todos! Permiso (bis), gracias (bis), perdón (bis).
Bueno, todo esto es muy lindo, es muy lindo decirlo en la vida matrimonial. Pero siempre hay en la vida matrimonial problemas o discusiones. Es habitual y sucede que el esposo o la esposa discutan, alcen la voz, se peleen. Y a veces vuelen los platos. Pero no se asusten cuando sucede esto. Les doy un consejo: nunca terminen el día sin hacer la paz.
¿Y saben por qué? Porque la guerra fría al día siguiente es muy peligrosa. ¿Y cómo tengo que hacer, padre, para hacer la paz?, puede preguntar alguno de ustedes.
No hacen falta discursos. Basta un gesto. Y se acabó. Está hecha la paz.
Cuando hay amor, un gesto arregla todo.
Los invito antes de recibir la bendición a rezar por todas las familias aquí presentes: por los recién casados, por los que están asados desde hace tiempo y por los que se van a casar.
Recemos juntos un avemaría, cada uno en su lengua.
AVE MARÍA...
BENDICIÓN
E pregate per me! Davvero. Pregate per me! Buona notte e buon riposo.
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