(Efe) En una carta a su diócesis titulada «Una iglesia que cambia», Novell señala: «Tenemos encima unos grandes cambios. Algunos los estamos viendo desde hace tiempo e intentamos prepararnos. Otros los temen y se resisten. Otros hacen como si no pasase nada y todo vaya a continuar igual, mientras todo se hunde».
«La secularización ha hecho tanto hueco que en las parroquias ya no reciben más que peticiones de cuatro sacramentos y muchos entierros. Los que no quieran cambiar ya verán que pronto se les acabará el trabajo y se dedicarán prácticamente a enterrar difuntos», advierte el prelado.
«Es un hecho deprimente -añade-, pero también es cuestión de tiempo y de las apuestas en infraestructuras que hagan las funerarias que operan en nuestro territorio».
Por ello, el obispo pide a sus sacerdotes que apuesten por la evangelización y renuncien «a acciones y estructuras que ya no suman ni personas ni recursos económicos a favor de esta prioridad».
Para el obispo, «no tiene sentido mantener grupos e instituciones que consumen gente y dinero en acciones que no evangelizan».
Monseñor Novell también denuncia que la falta de sacerdotes está dejando parroquias de hasta 2.000 habitantes sin capellán residente.
Según el obispo, «las parroquias más pequeñas que aún tienen capellán saben que es cuestión de tiempo. La aparición de diáconos y trabajadores apostólicos ha atenuado la desaparición de los rectores (ndr: párrocos), pero no nos confundamos, no podemos mantener a alguien, sea ordenado o no, al frente de cada parroquia: es necesario un cambio de planteamiento».
El obispo de Solsona cuenta con 99 sacerdotes en su diócesis, uno por cada 1.407 habitantes, para atender 174 parroquias, muy por encima de la media catalana, que es de un sacerdote por cada 4.700 habitantes.
Pese a ello, el obispo advierte de que a partir de ahora tendrá que «concentrar el máximo de recursos en aquellas parroquias donde sea posible que nazcan comunidades cristianas vivas y misioneras».
Novell prevé que «cada vez será más escasa la colaboración económica de las administraciones públicas a favor de la Iglesia (...) porque no está claro que permitan en un futuro que parte de los impuestos puedan destinarse libremente a favor de la Iglesia».
También augura que «pueden excluir a la Iglesia del gran número de instituciones públicas y privadas que gozan de exenciones fiscales (...) y no está claro que continúen colaborando en el mantenimiento de nuestro patrimonio y de nuestras acciones caritativo-sociales».
Por todo ello, el obispo anuncia que hará «cambios», empezando por «reducir estructuras diocesanas y reformular las prioridades económicas para concentrar los recursos y los esfuerzos en aquellas parroquias que quieren cambiar».
Mons. Novell apuesta por un nuevo modelo económico para su diócesis que «no se base principalmente en pasar el platillo en misa y mirar que los entierros y los sacramentos ocasionales comporten una limosna».
D. Xavier ha hecho estas reflexione la víspera del día en que la Iglesia catalana celebra el «Día de Germanor» para hacer una colecta especial y el mismo día en que el cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, defiende en su carta dominical que «sin la Iglesia católica nuestra sociedad sería mucho más pobre en recursos humanos, culturales y espirituales».
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