Para luchar contra un cáncer de mama, pidió ayuda a un naturópata, pero después de unos meses se dio cuenta de que se encontraba al final de su vida, y cuando finalmente recurrió a los oncólogos ya era demasiado tarde. La víctima de esta historia es una mujer siciliana de 46 años que murió hace aproximadamente un año. Informa de ello la agencia ANSA.
Quien lo ha revelado ha sido el oncólogo del CRO (Centro de Referencia Oncológica) de Aviano (Pordenone) Massimiliano Beretta, quien advierte, desde las columnas del Gazzettino, sobre confiar en estos “gurús” que sólo usan sustancias naturales.
“Un lobo con piel de cordero”
Esto es lo que se puede leer en el correo electrónico enviado por la paciente desde Sicilia al médico del Instituto de Cáncer de Friuli para presentar su caso. Era otoño de 2016: “Declaro que llegué al servicio de emergencias en condiciones muy críticas porque había seguido el consejo de un naturópata que conocía desde hacía años, pero que también resultó ser un lobo con piel de cordero, definición demasiado generosa para este personaje que practicaba la radiestesia, las flores de Bach, el método Hamer [Nueva Medicina Germánica] y luego me redujo al final de mi vida, con dolores, problemas respiratorios, debilitada y con 10 kilos menos. Pasé de 42 a menos de 30 en unas pocas semanas”.
A pesar de la intervención de los médicos sicilianos primero y los de CRO después, la paciente murió pocos meses después. “Si bien creía que estaba siendo sometida a una terapia eficaz, la enfermedad progresaba de forma aún más agresiva –explicó a ANSA el doctor Beretta– porque no encontró el obstáculo de la quimioterapia y, sobre todo, se propagó en un organismo sin defensas. Las palabras de esa mujer todavía resuenan en mi cabeza y a menudo hablo de este caso durante las conferencias, porque nunca se habla lo suficiente sobre tratamientos no convencionales que no son necesariamente dañinos, pero que siempre deben ser evaluados por un médico”.
“Es indispensable que estas terapias no interfieran con el tratamiento”, agregó Beretta. Por ejemplo, el aloe puede comprometer la actividad terapéutica de algunas sustancias, con el resultado de una reducción o, a veces, de un fortalecimiento de su efecto que en los casos más graves puede llegar a la intoxicación. El problema adquiere dimensiones considerables: las estimaciones oficiales hablan de un paciente de cáncer de cada dos que, en el transcurso de su trayectoria terapéutica, recurre a terapias no convencionales.Los datos que más nos alarman son los relacionados con el autodiagnóstico por medio de buscadores: una encuesta reciente de Medipragma ha revelado que el 81 % de los italianos acuden al “Doctor Google” para encontrar información en línea sobre síntomas, diagnósticos, enfermedades y tratamientos. Y sólo el 9 % lo habla con su médico. “En medio se encuentran estas montañas de informaciones a menudo publicadas por charlatanes lejos de la ciencia, y es donde los pacientes se encuentran. La desesperación hace el resto –concluyó–, y así terminan en los brazos de ciertos gurús”.
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