Testimonio completo:
«Le dijeron que eligiera el arma con la que matarlo. Su machete o una Kalashnikov. Él respondió que nunca querría que lo mataran con su amada herramienta de trabajo y que prefería el arma de los yihadistas. Entonces le apuntaron y él hizo la señal de la cruz. El militante yihadista bajó su arma y le preguntó si era cristiano.
Cuando respondió afirmativamente, le dijeron que, para tomar la decisión final, tendrían que esperar a su jefe. Al llegar al lugar de los hechos unos días después, el jefe le interrogó sobre el uso del teléfono móvil. Si había llamado al ejército o a la policía le habría costado la vida. Él respondió que es un agricultor pobre, no tiene contacto con militares, sino que simplemente había saludado a un amigo. Luego de revisar su móvil, le perdonaron y lo llevaron, tras varias horas de viaje por el bosque, junto al grupo de prisioneros.
Los rehenes eran numerosos, musulmanes y cristianos. Estos últimos, a diferencia de los demás, eran atados, golpeados y amenazados. Los musulmanes, en cambio, eran libres de moverse e incluso rezar según los horarios establecidos. Finalmente fue liberado y caminó medio día hasta su aldea cerca de la frontera con Burkina Faso. Había sido arrestado más de un mes antes mientras traía a casa algunas ramas que había cortado para reparar su granero. Los grupos armados de la zona han prohibido a los agricultores talar árboles. No es una cuestión de espíritu ecológico, sino simplemente de supervivencia, ya que los militantes de estos grupos encuentran refugio en lo que queda de un frondoso bosque del pasado. Pudo justificar el corte de las ramas y el uso del teléfono móvil.
Por lo tanto, regresó a su pueblo donde los cristianos del lugar, en la comunidad acompañado por el padre Carlos, un hermano de SMA, por seguridad deben cambiar los horarios de oración todos los domingos. El sacerdote diocesano a cargo de la parroquia dedicada a Charles de Foucauld no reside allí y solo ocasionalmente puede celebrar con su comunidad. Hace unos días, por segunda vez en pocos días, la sede de la parroquia de Bomoanga, la misma zona donde fue secuestrado el padre Maccalli, fue 'visitada' por jóvenes armados. Aparentemente buscaban comida y otro material útil para el grupo. Todo esto sucede a unos cien kilómetros de la capital Niamey, de la que los occidentales no pueden salir sin escolta. La segunda vuelta de las elecciones presidenciales se realizará en menos de un mes».
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