(AsiaNews/InfoCatólica) Los cristianos de la localidad pakistaní de Sankhatra pasarán esta Pascua en la calle, acampando frente al Lahore Press Club. El grupo, que está formado por 45 personas en total y que incluye 27 niños, vive como refugiados desde el 5 de marzo pasado. Ellos tienen miedo de volver a sus hogares a causa de una disputa de tierras con un político del partido de gobierno. Mientras tanto, viven como pueden, al costado de las calles, y muchos de ellos han contraído enfermedades de la piel y del estómago. En una de las pancartas que cuelgan sobre el campamento se lee: «Somos cristianos, déjennos vivir en paz».
Los cristianos son en su mayoría trabajadores ocasionales, que se ganan su sustento en las fábricas de ladrillos. Se mudaron a la plaza ubicada está frente al club de prensa luego de que, el mes pasado, el Rev. Aashir Aftaab fuera agredido junto a otros dos residentes del pueblo. Ellos se oponían a la instalación de un medidor de electricidad dentro del centro de la comunidad, el cual intentaron defender construyendo un vallado.
El pastor cuenta a AsiaNews que «nuestro gueto [cristiano] fue erigido sobre un terreno del gobierno de 1745 metros cuadrados incluso antes de la división con la India [ocurrida en 1947, ndr]. Budhan Khan, un propietario musulmán local, ha intentado adquirir el terreno en una subasta pública, pero la transferencia fue anulada en 1981. Ahora, su hijo, que es activista del Muslim League Nawaz Party, está utilizando documentos falsos para apropiarse de la tierra. El año pasado, una multitud de 500 personas demolió nuestras casas hechas de lodo, pero pudimos regresar gracias a la intervención de un parlamentario cristiano miembro de la Asamblea del Punjab».
El Rev. Aftaab denuncia una actitud discriminatoria en relación a la minoría religiosa: «Nuestras mujeres son acosadas cuando se dirigen a la iglesia. En lugar de arrestar a los mafiosos, la policía organiza encuentros con ellos en la comisaría. Recientemente presentaron una denuncia contra gente del lugar acusándola de haber robado el medidor eléctrico. No hay esperanzas de que vayamos a regresar a casa para la Pascua».
El Rev. Majid Abel, moderador de la Iglesia presbiteriana, ha brindado tiendas al grupo de refugiados, único reparo a su disposición. Bait-ul-Mal, una ONG del gobierno, ha concedido el permiso para que utilicen los baños y la recolección del agua de los lavabos. La comida se prepara utilizando una cocina de campo, instalada en un ángulo del campamento, cubierta con tiendas de plástico sostenidas por cañas de bambú.
Las condiciones de los evacuados ha favorecido la proliferación de enfermedades de la piel y las intoxicaciones alimentarias. Noreen Bibi, madre de tres niños, explica que los cristianos «pueden utilizar los baños de las oficinas, pero sólo desde las 4 hasta las 6 de la tarde, cuando se retiran los empleados. La Iglesia nos recibe a toda hora, pero se encuentra lejos. Algunos hemos contraído alergias en los ojos y las ratas nos perturban durante la noche. Los pequeños deben tener la cabeza cubierta con un pañuelo durante todo el día. “Cada tanto organizamos alguna protesta –agrega-. Varios canales de televisión han reportado nuestra situación, pero aún estamos aguardando los resultados de las tratativas con nuestros líderes religiosos y políticos. Aceptamos las botas de la policía, pero no los proyectiles».
Shunila Ruth, un abogado cristiano miembro del partido de oposición, discutirá la situación con el presidente de la asamblea provincial. «Las familias pobres –afirma como conclusión- deben gozar de sus derechos. Me reuniré con funcionarios de la policía junto a nuestros líderes».
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