(Gaudium Press) En medio de una sentida ceremonia presidida por el Arzbobispo de Kaduna, Mons. Matthew Man-Oso Ndagoso, el Obispo de Sokoto, Nigeria, Mons. Matthew Hassan Kukah predicó la homilía del funeral del seminarista de 18 años Michael Nnadi, quien fue secuestrado y asesinado en el último episodio de violencia anticristiana en el norte de Nigeria. El prelado dio detalles sobre los sufrimientos de todas las personas cercanas al seminarista durante su secuestro, describió el fuerte impacto emocional causado por el acto de violencia y afirmó que el hecho constituye un punto de quiebre en la situación de persecución de los cristianos en el que se pone fin al silenciamiento de esta situación y de la ineficacia de las autoridades para evitarla.
«Este es el momento que separa la oscuridad de la luz, el bien del mal», exhortó el prelado. «Nuestra nación es como un barco varado en alta mar, sin timón y con ayudas de navegación rotas. Hoy, nuestros años de hipocresía, duplicidad, integridad fabricada, falsa piedad, moralidad vacía, fraude y fariseísmo nos han alcanzado. Nigeria está en la encrucijada y su futuro pende de un equilibrio precario. Esta es una llamada de atención para nosotros».
El sombrío panorama descrito por el Obispo no está relacionado con las oleadas recientes de violencia anticristiana, sino con una situación de persecución que ha prevalecido en la región durante décadas, hasta el punto de ser percibida como algo normal. Pero la muerte del seminarista tocó profundamente a la comunidad, Iglesia local y a numerosos creyentes alrededor del mundo. El prelado relató los emotivos momentos tras la noticia del hallazgo del cuerpo del joven seminarista y cómo tuvo que dar la noticia a los familiares y apoyar a sus compañeros y formadores en su duelo. Pero manifestó su sorpresa al comprobar que el dolor superaba las fronteras nacionales y motivaba una notable solidaridad de numerosos y variados orígenes.
«Las reacciones nacionales e internacionales a la muerte de este joven me han hecho retroceder y preguntar qué mensaje tiene Dios para nuestro país», expresó el prelado, quien recordó que varios sacerdotes han muerto recientemente de manera similar. Sin embargo, una campaña de encender una vela por el seminarista durante su sepultura recibió a través de Internet la respuesta de miles de personas de países lejanos como Afganistán, Pakistán, Estados Unidos de América, México, Venezuela, Colombia, Madagascar, Sudáfrica, Congo, Mali, España, Turquía y Arabia Saudita. «¿Por qué la muerte trágica de un hombre joven como él provocaría un nivel de emociones sin precedentes aquí y en todo el mundo?», se cuestionó Mons. Kukah. «Es hora de confrontar y disipar las nubes del mal que se ciernen sobre nosotros».
Tras lamentar el incumplimiento de las promesas de las autoridades sobre la seguridad de los creyentes en el país y la esperada derrota de los grupos terroristas anticristianos, el Obispo rechazó las interpretaciones que afirman que los hechos de violencia en Nigeria no tienen motivación religiosa. «La persecución de los cristianos en el norte de Nigeria es tan antigua como el moderno estado nigeriano. Sus experiencias y temores de dominación islámica del norte están documentados en el Informe de la Comisión Willinks en 1956», recordó el prelado.
La élite local, de confesión musulmana, es en su opinión responsable de esta situación. «Al negarles a los cristianos tierras para lugares de culto en la mayoría de los estados del norte, ignorar la destrucción sistemática de iglesias durante todos estos años, negarles a los cristianos el reclutamiento, representación y ascensos adecuados en los servicios civiles estatales, negarles sus becas a los niños indígenas, casar mujeres cristianas o convertir cristianos mientras amenazan a las mujeres musulmanas o los prospectos de conversión con la muerte, ellos hacen imposible la construcción de una comunidad armoniosa».
«Creo que este es un momento decisivo para los cristianos y el cristianismo en Nigeria. Los cristianos debemos ser lo suficientemente honestos como para aceptar que hemos dado mucho por sentado y hemos hecho mucho sacrificio en nombre de la construcción de la nación», exhortó Mons. Kukah. «Los cristianos deben levantarse y defender su fe con todas las armas morales que tienen. Debemos ser más robustos al presentar los valores del cristianismo, especialmente nuestro mensaje de amor y no violencia a una sociedad violenta. Entre los lobos del mundo, debemos ser más políticamente alertas, sabios como la serpiente y humildes como la paloma».
El prelado pidió a los fieles mantener la fidelidad a la fe, un espíritu de perdón e incluso apertura hacia la posibilidad del martirio. «No tenemos evidencia de lo que ocurrió entre Michael y sus asesinos. Sin embargo, para nosotros los cristianos, esta muerte es una metáfora del destino de todos los cristianos en Nigeria, pero especialmente del norte de Nigeria», indicó. «Para nosotros los cristianos, parece seguro decir que hoy todos somos hombres y mujeres marcados. Más aún, debemos estar listos para ser lavados en la sangre del cordero». El Obispo anticipó que el testimonio de Nnadi «inspirará a un ejército de jóvenes a seguir sus pasos (...) Si su sangre puede traer curación a nuestra nación, entonces sus asesinos nunca tendrán la última palabra».
Con información de PMNews Nigeria.
Publicar un comentario