En buena parte de los países que antes eran considerados como parte integrante de la civilización occidental y cristiana se está dando un proceso acelerado de descristianización. En España se nota esto en hechos entre los cuales algunos de los más relevantes son la notable disminución de gente que asiste a la Misa dominical, fenómeno agravado porque bastantes de los que van son personas mayores y la disminución es mucho más sensible entre los jóvenes; el que una buena mayoría de las parejas actuales no se casan ni siquiera por lo civil, sino simplemente se ajuntan, con lo que el matrimonio, la familia y la maternidad se ven seriamente afectados, con la consecuencia que la natalidad esté bajo mínimos. Una Sociedad así, víctima del hedonismo, del libertinaje y de la pérdida del sentido de la vida hace que la primera causa de mortalidad adolescente y juvenil, por encima incluso de los accidentes de tráfico, sea el suicidio. Y es que si prescindimos del Dios. caemos en el sin sentido de la vida, olvidándonos de la buena noticia del evangelio, que no es otra sino que nada menos que Dios se ha hecho hombre para redimirnos, salvarnos y abrirnos las puertas del cielo.
Un filósofo francés: Paul Ricoeur, tiene esta magnífica frase: «Lo específico del cristiano es la esperanza». Recristianizar nuestra Sociedad significa en buena medida, recuperar la esperanza, no sólo que no todo termina con la muerte, sino que el máximo deseo de todos nosotros, ser felices siempre, es posible lograrlo con la ayuda de Dios, que para eso nos ha creado. Pero esa recristianización supone varios pasos.
Ante todo mi propia conversión individual. Lo primero que hay que hacer para mejorar el mundo es que yo mismo mejore, profundizando en mi seguimiento de Cristo y procurando vivir una vida cristiana basada en la oración y en los sacramentos. Pero no puedo conformarme con mi yo individual, sino a ejemplo de San Juan XXIII y Santa Teresa de Calcula que cuando dos personas se les quejaron de lo mal que estaba el mundo, les respondieron: «Tiene Usted razón, pero vamos a hacer una cosa. Usted y yo vamos a ser dos buenas personas. Así habrá dos sinvergüenzas menos». Con frecuencia he notado que cuando una persona descubre en su vida la importancia de la oración, ello le lleva en un plazo más o menos breve a la acción. Ojalá permanezcamos en este punto de dar importancia tanto a la oración como a la acción, porque nos amenaza el peligro del activismo que nos lleva a la acción sin oración, por lo que tantos al fallarles el fundamento de su vida religiosa terminan por pensar sólo en sí mismos descuidando también la acción en provecho de los demás.
El comunista italiano Gramsci tiene una frase en la que indica cómo dominar a la Sociedad: «La conquista del poder cultural es previa a la del poder político». Como nosotros creemos en la Libertad e incluso la consideramos necesaria para transformar nuestro mundo en mejor, aceptamos que hay que influir en la Sociedad y no tratar de dominarla, porque eso es totalitarismo, si bien para transformarla los medios más poderosos son la Educación y los medios de comunicación.
En la tercera de ABC del 25 de Enero el catedrático de Psiquiatría don Enrique Rojas escribía: «La familia es la célula básica de la Sociedad y debe ser cuidada con esmero de artesano. La escuela enseña, la familia educa. Hay una clara diferencia: enseñar es comunicar conocimientos y promover actitudes. Mientras que educar es acompañar a alguien para que saque lo mejor de sí mismo y se desarrolle como persona. Dejar la educación en manos del Estado recuerda regímenes totalitarios, fascistas», y ¿porqué no?, marxistas. A los padres corresponde la educación de sus hijos, aunque, desgraciadamente, muchas familias han dejado de ser transmisoras de la fe y ello contribuye notablemente a la descristianización. Con ello se priva además a nuestros chicos del antídoto que necesitan para superar el hedonismo y el libertinaje que muchos intentan inculcarles.
A la descristianización contribuyen en gran medida los medios de comunicación, ya que casi todas las cadenas televisivas y buena parte de la Prensa son profundamente anticatólicas, sin olvidar que Internet está contribuyendo de modo decisivo al exponencial aumento de pornografía. Hemos de ser conscientes de esta avalancha, procurar dar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes una positiva y prudente educación sexual, recordando que hay centros escolares en los que la corrupción se da con el apoyo de la legislación y de algunas autoridades desde la más tierna infancia, y que por el contrario hemos de fomentar los medios de comunicación cristianos, incluidas las redes sociales, también con nuestro dinero. Ya León XIII nos advirtió de esto cuando decía: «Prefiero perder una diócesis que cerrar un periódico católico».
Pedro Trevijano
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