Heidi Crowter, una joven de 24 años de Coventry que tiene síndrome de Down, ha unido fuerzas con Cheryl Bilsborrow de Preston, madre de Héctor, de dos años, también con síndrome de Down, y ha lanzado un caso histórico contra el gobierno del Reino Unido contra la actual ley de aborto que permite el aborto hasta el nacimiento del síndrome de Down.
Heidi les dijo a los periodistas que:
«En este momento en el Reino Unido, los bebés pueden ser abortados hasta el nacimiento si se los considera gravemente discapacitados. Me incluyen en esa definición de ser gravemente discapacitada solo porque tengo un cromosoma extra. Lo que me dicen es que mi vida no es tan valiosa como otras y no creo que sea correcto. Creo que es francamente discriminación».
Ambas han enviado una carta al secretario de Estado británico y esperan recaudar los 20 mil libras necesarias para litigar el caso.
Actualmente en Inglaterra, Gales y Escocia, hay un límite general de 24 semanas para eliminar al hijo concebido, pero si el bebé tiene una discapacidad, incluido el síndrome de Down, el labio leporino y el pie zambo, el aborto es legal hasta el nacimiento.
En 2018 hubo 3.269 abortos selectivos por discapacidad en 2018 y 618 de estos fueron por síndrome de Down. Esto representa un aumento del 42% en el aborto por síndrome de Down en los últimos diez años. Es probable que las cifras sean mucho más altas: una revisión de 2013 mostró que 886 niños fueron abortados al dar positivo en síndrome de Down en Inglaterra y Gales en 2010 aunque sólo 482 fueron inscritos en los registros del Departamento de Salud. El subregistro fue confirmado por una revisión del Departamento de Salud de 2014.
La campaña británica «Don’t Screen Us Out» (No nos descartes) lleva cuatro años sensibilizando a la población para cambiar las leyes de aborto. Buscan, al menos, enmendar la Ley de Aborto de 1967 para que los abortos por discapacidades no fatales se prohíban en el tercer trimestre, que comienza alrededor de las 28 semanas de embarazo. El grupo «Don’t Screen Us Out» está suministrando respaldo y asesoramiento a Heidi y a Cheryl en su demanda contra el gobierno.
Dada la alta tasa de aborto de bebés con síndrome de Down en el Reino Unido, la campaña se formó para tratar de lograr que el Gobierno evalúe el impacto que tendría la técnica de prueba prenatal no invasiva, llamada «ADN libre de células», sobre la comunidad con síndrome de Down.
Lynn Murray, portavoz del grupo, declaró que «el lanzamiento de este caso hace que la gente hable de ello», y agregó que la mayoría de las personas ni siquiera se dan cuenta de que el aborto está disponible hasta el nacimiento en el Reino Unido.
«Estamos ansiosos porque las personas con síndrome de Down aboguen por ellas mismos. Y esto es lo que Heidi ha decidido hacer… cree que el aborto después de 24 semanas sugiere que las vidas de personas como ella no tienen el mismo valor que todos»
Murray recordó que la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad ha criticado constantemente a los países que prevén el aborto por discapacidad. En algunos países, como Dinamarca e Islandia, la tasa de abortos en bebés con síndrome de Down es cercana al 100%.
Puede parecer una cosa pequeña. Para Heidi y Cheryl no lo es, una sóla vida lo merece. Una modificación pequeña de una ley que salva muchas es una cosa muy grande. No piden que se acabe la ley del aborto, simplemente que puedan vivir y ser asesinados como los demás. Pero esa pequeñísima rendija puede llenarse de humanidad y expandirse rompiendo, como con el granito, los corazones duros. Ya solo quedan motivaciones ideológicas, ni la ciencia, ni la ética apoyan los argumentos abortistas.
Como está ocurriendo en Estados Unidos, la rehumanización del concebido está en la base de las impresionantes y profundas victorias provida. Las personas que consideran inaceptable que se elimine a una persona por su sexo, raza o discapacidad cada vez son menos. Y una pregunta lleva a otra.
¡Ánimo Heidi!, esta tarde se lo contaré a mi pequeña Jimena.
Foto: Heidi Crowter | Don’t Screen Me Out
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