(Vatican.news) La Carta del Pontífice está fechada el 11 de febrero. Francisco recuerda «el deseo de que los sacerdotes que se preparan para el Servicio diplomático de la Santa Sede dediquen un año de su formación al compromiso misionero en una diócesis».
«Estoy convencido – añade – que tal experiencia podrá ser útil para todos los jóvenes que se preparan o comienzan el servicio sacerdotal, pero de manera particular para aquellos que en el futuro serán llamados a colaborar con los Representantes Pontificios y, posteriormente, podrán convertirse a su vez en Enviados de la Santa Sede a las naciones y las Iglesias particulares».
El Papa cita lo que había afirmado en un discurso dirigido a la Academia Pontificia Eclesiástica en junio de 2015:
«La misión que un día estarán llamados a desempeñar los llevará a todas las partes del mundo. A Europa, que necesita despertarse; a África, sedienta de reconciliación; a América Latina, hambrienta de alimento e interioridad; a América del Norte, determinada a redescubrir las raíces de una identidad que no se define a partir de la exclusión; a Asia y Oceanía, desafiadas por la capacidad de fermentar en la diáspora y dialogar con la vastedad de culturas ancestrales».
Y en la Carta añade que «para afrontar positivamente estos crecientes desafíos para la Iglesia y para el mundo, es necesario que los futuros diplomáticos de la Santa Sede adquieran, además de la sólida formación sacerdotal y pastoral, y de la formación específica ofrecida por la Academia, también una experiencia personal de misión fuera de la propia diócesis de origen, compartiendo con las Iglesias misioneras un período de camino junto a su comunidad, participando en su actividad evangelizadora cotidiana».
El Papa, por lo tanto, ha decidido dirigirse a Monseñor Marino, pidiéndole «que ponga en práctica este deseo mío de enriquecer el programa de formación académico con un año dedicado enteramente al servicio misionero en las Iglesias particulares esparcidas por todo el mundo. Esta nueva experiencia entrará en vigor empezando con los nuevos alumnos que iniciarán su formación en el próximo año académico 2020/2021».
Para elaborar el proyecto en profundidad, escribe de nuevo Francisco, «será necesaria, en primer lugar, una estrecha colaboración con la Secretaría de Estado y, más concretamente, con la Sección para el Personal de la Función Diplomática de la Santa Sede (la tercera sección, ndr), así como con los Representantes Pontificios, que ciertamente no dejarán de prestar una valiosa ayuda para identificar las Iglesias particulares dispuestas a acoger a los alumnos y a seguir de cerca su experiencia».
«Estoy seguro de que – concluye el Papa – una vez superadas las preocupaciones iniciales que puedan surgir ante este nuevo estilo de formación de los futuros diplomáticos de la Santa Sede, la experiencia misionera que se quiere promover será útil no sólo para los jóvenes académicos, sino también para las Iglesias particulares con las que ellos colaborarán y, como espero, suscitará en otros sacerdotes de la Iglesia universal el deseo de ponerse a disposición para transcurrir un período de servicio misionero fuera de su propia diócesis».
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