(ACN) Asia Bibi, la mujer cristiana de Pakistán, condenada por la ley de la blasfemia y finalmente absuelta tras 9 años de cautiverio, se encuentra en París donde ha pedido asilo político a Francia. En un encuentro con ACN, Asia Bibi ha asegurado que «gracias a los medios de comunicación sigo viva».
Asia Bibi se muestra cansada ante las numerosas entrevistas y reuniones de protocolo que tiene estos días, entre las que se encuentra la presentación del libro «¡Por fin libre!», editado en España por Homo Legens, en colaboración con ACN. «Nunca imaginé que me haría famosa», ha señalado con una discreta voz. Ahora ella ha decidido ayudar a otros acusados injustamente por la ley de la blasfemia en su país.
Preguntada por sus duros años de cautiverio, Asia Bibi ha afirmado con rotundidad: «Durante mi detención, he sostenido la mano de Cristo, es gracias a Él que he permanecido en pie. ¡No tengáis miedo!».
Icono de la ley antiblasfemia
Acusada de blasfemia por sus vecinos musulmanes, Asia Bibi pasó nueve años en prisión bajo la constante amenaza de ser ejecutada tras ser condenada a muerte. En Pakistán se invoca a menudo la ley antiblasfemia para resolver simples disputas vecinales y eso tiene consecuencias nefastas, pues los acusados suelen ser linchados por furiosas turbas o simplemente «desaparecen» en prisión.
La cobertura mediática del caso de Asia Bibi la salvó de este destino. Absuelta en apelación por la Corte Suprema pakistaní el 31 de octubre de 2018, finalmente pudo, tras muchas vicisitudes, refugiarse en Canadá el 8 de mayo de 2019, gracias a la presión internacional. Ahora existe una «jurisprudencia Asia Bibi» que permite a los acusados de blasfemia volverse contra sus acusadores. La ley antiblasfemia todavía existe en Pakistán, pero ahora se corre un alto riesgo cuando se recurre a ella para perjudicar a alguien.
Asia Bibi tuvo que dejar su país, al que espera regresar algún día: «¡Esa es mi patria, yo amo apasionadamente a Pakistán!», asegura para recordar la antigüedad de los cristianos paquistaníes: «Somos cristianos desde hace más de mil años». Fue bautizada a los ocho años y vivió una fe sin problemas durante su infancia. «Solía jugar con mis vecinos musulmanes, no había una separación», añade.
Su misión: ayudar a los acusados
Ahora el icono de la lucha contra la ley de la blasfemia desea encontrar refugio en Francia: «He encontrado mucho amor aquí, creo que me encontraría bien entre vosotros». Junto con la periodista francesa Anne-Isabelle Tollet ha contado su historia en el libro «¡Por fin libre!» (Homo Legens), en la que relata su resistencia al fundamentalismo islámico.
«Mi vida es del Señor, lo sé, y si soy libre no es casualidad. Dios me había confiado una misión. Y mi historia no será inútil porque ayudará a otras personas (que están sufriendo) como yo y, quien sabe, a lo mejor les evita la muerte», llega a afirmar en las páginas del apasionante libro, en el que llama la atención la autenticidad de esta mujer cristiana y analfabeta de Pakistán.
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