La Audiencia de Málaga ha dejado visto para sentencia el juicio a cuatro personas –un hombre y tres mujeres–, procesados por abusar de una menor a la que daban charlas e iniciaban en el sexo. Tanto la Fiscalía como el abogado personado en representación de la chica han mantenido la acusación, al considerar que hay argumentos “escalofriantes” que desvirtúan la presunción de inocencia, según informa Europa Press.
Se trata del líder (en la foto, a la derecha) y de tres adeptas de la secta conocida como Dharma Tradición, que dice basarse en doctrinas budistas pero que mezcla otros elementos religiosos y espirituales diversos. El grupo sectario, según su propia página web, fue “fundado en el año 2003 por Paco y sus amigos”. El juicio se inició en el pasado mes de enero, y en marzo ya quedaron claras las acusaciones con las declaraciones de los testigos.
Ahora, tanto la Fiscalía como la acusación particular acusan a los cuatro de un delito continuado de abuso sexual y de otro de corrupción de menores, pidiendo para el hombre nueve años de prisión. En el caso de las tres mujeres, han modificado, pasando de cuatro años de cárcel a 24 meses de multa, a 10 euros diarios, es decir, 7.200 euros; y un año de prisión. Mantienen que indemnicen a la víctima con 30.000 euros por las secuelas y el daño moral.
“Enseñanzas” sobre budismo y cristianismo
Por contra, la defensa insiste en la absolución de los cuatro acusados, quienes han vuelto a negar los hechos en su derecho a la última palabra, igual que hicieron en su declaración en el juicio. En ese momento, el hombre reconoció que daba “enseñanzas” sobre budismo y cristianismo en un centro, y se calificó de “meditador”; pero, dijo que no lo hacía en casas particulares; y rechazó que tuviera relaciones sexuales con las mujeres o con la menor.
La Fiscalía ha sostenido lo que ya decía en su escrito inicial, al que tuvo acceso Europa Press, y es que el hombre daba a la víctima, cuando tenía 13 años, “charlas y enseñanzas sobre temas supuestamente religiosos” para “ser iniciada en las prácticas sexuales del grupo”, de forma que empezó a vestir con trajes cortos y provocativos, al tiempo que él le decía que era “el único hombre para ella” y, supuestamente, le hacía tocamientos y mantenía relaciones.Ambas acusaciones han destacado la prueba “contundente” que supone el “esclarecedor” testimonio de la víctima, quien “con espontaneidad y claridad” detalló en el juicio lo ocurrido; lo que, han recordado, fue ratificado por testigos. Además, inciden en que varios peritos declararon el pasado 11 de julio y coinciden en la “credibilidad alta” de la chica y en que lo que relataba era “porque lo había vivido”.
Un grupo coercitivo
Una de estos peritos ha asegurado que de la evaluación realizada extrajo que había “sospechas de abusos sexuales” y no vio en la chica “razones ocultas” ni que presentara psicopatías o psicosis, sino que los síntomas que tenía, como ansiedad, insomnio, sentimientos de culpa y vergüenza, eran la “reacción a una situación vivida”.
Asimismo, ha declarado un experto en grupos sectarios, quien ha manifestado que éste es “de los más radicales” en cuanto a acciones coercitivas y ha analizado la página web del centro en el que supuestamente impartía sus enseñanzas el principal acusado, asegurando que gira en torno a él, presentándose como alguien que “da esperanza en un mundo corrupto”.
La denunciante explicó en el juicio que al principio se sentía bien y solo eran charlas espirituales en la casa de su tía, a las que sólo iban mujeres. Posteriormente, las enseñanzas eran más apocalípticas y le hacían sentir culpabilidad por su forma de vida, tras lo que le empezaron a dar ropa ajustada, sintiéndose “como una prostituta”. Corroboró que los procesados tuvieron relaciones delante de ella y, luego, también con ella.
Actividad delictiva
El representante del ministerio público señala en su informe que en este grupo se llevaban a cabo técnicas psicológicas “de manipulación” para obtener “la sumisión”, lo que en el caso de la menor se prolongó en el tiempo, al menos 7 años. Además, sostiene que el principal procesado se valió de las otras tres acusadas “para desplegar su actividad delictiva”.
En cuanto a estas tres mujeres, una de ellas tía de la chica y otra, prima, que convivían en la casa; el fiscal considera que fueron coautoras, no de forma directa pero sí “cooperaron de una forma imprescindible”. Así, modifica la pena para ellas porque estaban “incluidas dentro del espíritu” de la secta, afirma.
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