Sebastián Piñera fue elegido para enderezar el rumbo del país gravemente afectado por el gobierno de Michelle Bachelet pero, llegando ya al final de su período, la conclusión va cayendo por su propio peso. En definitiva, el remedio que se esperaba ha resultado bien peor que la enfermedad que trataba de curar. En vez de corregir ese rumbo, Piñera ha insistido en él con la consecuencia de que este barco amenaza irse a las rocas. Tres ejemplos: seguridad pública, nueva constitución y matrimonio «igualitario».
a) Ya en los años de Bachelet la insurrección terrorista en la Araucanía y la inseguridad ciudadana en todo el país comenzaban a acentuarse peligrosamente. Para poner freno a esta situación fue elegido Piñera, con el resultado de que la inseguridad durante su período se ha multiplicado varias veces. Cuatro policías, 2 carabineros y dos PDI, han muerto emboscados por terroristas y delincuentes.
b) Antes de dejar el poder, Bachelet presentó un proyecto de nueva constitución y ensayó de organizar en torno a él unos «cabildos ciudadanos» destinados a discutirlo. Su iniciativa cayó en un vacío casi total y quedó durmiendo como tantos otros proyectos que nunca pasaron la fase de tal. Sin embargo, Piñera, atemorizado por el «estallido», decidió ofrecer un cambio de constitución como manera de apagar la hoguera. El descontento ciudadano tomó esa bandera y hoy nos encontramos al borde de un abismo de insondable profundidad. La composición de la convención constitucional deja pocas dudas al respecto: Chile se embarca en un proceso cuyo pronóstico es muy negativo.
c) En fin, como la «guinda de la torta» en materia de destrucción familiar, Bachelet presentó un proyecto destinado a dar categoría de matrimonio «igualitario» a uniones de personas del mismo sexo, pero también lo dejó durmiendo el sueño de los justos. Hoy, Piñera ha decidido resucitarlo y ha pedido máxima urgencia para su tramitación.
Piñera, en definitiva, ha resultado no una Bachelet N°2 sino una Bachelet multiplicada por dos. Con el agravante de que la coalición de partidos que lo acompaña, «Chile Vamos», le ha seguido el amén con una docilidad que impresiona. Para nada los partidos que forman esa coalición han salido a defender el programa de la candidatura presidencial, sino que se han plegado sin ningún rezongo a todas estas concesiones en que ha incurrido el presidente, con el resultado de que, por su desperfilamiento, esa coalición amenaza ya con un total desguace. De hecho, las formulaciones de sus candidatos a la presidencia sólo confirman lo dicho: un respaldo sin chistar a este camino que ha adoptado Piñera y que significa un trasbordo ideológico casi entero al programa de la actual oposición.
No nos puede extrañar, en este contexto, que al final de este año la tendencia anunciada por el plebiscito y por la elección de constituyentes se consolide en la elección de un presidente que nos lleve de regreso al régimen marxista 1970-1973. Ardua tarea la que tenemos para impedirlo.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente por el autor en su página de Facebook, el sábado 24 de Junio de 2021.
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